Nunca había prestado atención a la Cienciología, pero aquí en Los Ángeles son
omnipresentes y dominan el distrito. Los únicos edificios cuidados y bonitos
son suyos. Hay una veintena de centros más o menos relacionados con este grupo
y todas sus actividades son gratuitas.
Los Ángeles es tan caro que duele. Y en Hollywood, donde vivimos, además no
hay mucho que hacer.
Así que Charlie, el Chino y yo hemos pasado algún tiempo con ellos.
Las oficinas centrales de esta organización mundial están en Hollywood
Boulevard.
Es un edificio histórico alto, muy bien conservado, de fachada marrón y
acabados blancos. Desde el principio todo son sonrisas y simpatías por parte de
las recepcionistas, que nos guían en la primera planta por el museo sobre Ron
Hubbard, el padre fundador.
Hay fotografías de él por todas partes, citas suyas talladas en bronce y
libros. Este señor escribió cientos de libros -la mayoría novelas pulp de
vaqueros o extraterrestes-, y viajó y estudió muchísimo. Tras reposar tantas
lecturas y millas, orientó su sabiduría hacia la creación de una nueva
religión. Pregunto a la recepcionista, una chica sueca muy guapa, si le
consideran un mesías o algo así y me dicen que no, que sólo era un tipo muy
inteligente.
Al final de la excursión tenemos el lector dienético. Es un aparato verde
ovalado y no muy grande con dos mandos y una aguja que fluctúa. Hay que agarrar
los mandos y esperar instrucciones. Una imperceptible carga eléctrica atraviesa
nuestro cuerpo. La recepcionista indaga sobre nuestras fobias y aunque no
respondamos la aguja delata lo que pasa por nuestra cabeza. Si preguntan por el
trabajo, por ejemplo, y uno está contento con él, la aguja no se mueve. Pero si
odia a su jefe o se siente minusvalorado, la aguja se revuelve con violencia.
Mi aguja estaba reposada ante el tema laboral, la autoestima y el amor (su
ausencia, supongo), pero fue mentar a la familia y aquello se volvió loco.
A Charlie, en cambio, que no hace mucho se pegó con su padre, la familia no
parece preocuparle. La suya tiritó cuando le preguntaron por su situación
financiera (suerte que no me preguntaron a mí)
Y luego está el Chino. Es el ser sin sangre en las venas. La guía se pasó
cinco minutos preguntándole por distintas facetas de su vida, pero nada
perturbaba el indicador. La sueca llegó a pensar que la máquina se habría
estropeado. Al final el Chino la tranquilizó, y le explicó que vive en paz con
el mundo, que nada le afecta.
Ataraxia se llama eso.
O falta de cerebro.
Los cienciólogos también tienen en Sunset Boulevard un museo de la
psiquiatría muy interesante. Odian esta rama de la medicina. Según parece,
cuando Ron Hubbard publicó su libro de autosuperación Dienética -piedra angular
de la Cienciología- la sociedad de psiquiatría americana lo descalificó y los
cienciólogos todavía no lo han perdonado. Para ellos la psiquiatría es una
ciencia de la muerte y recetar medicamentos para problemas psicológicos una
aberración. De ahí una de las polémicas de Tom Cruise, que le reprochó a Brooke
Shields tomar pastillas contra la depresión.
El caso es que el museo está bien. Tiene partes muy foucaultianas y da
datos muy curiosos sobre las negligencias psiquiátricas y el control social que
estos médicos ejercen.
En otro de los centros hacen tests de personalidad. Hay que responder por
escrito a una interminable lista de preguntas y, tras ser analizadas, uno de
los guías explica las conclusiones. A mí me tocó un señor muy amable y anciano
que, con gesto compungido y creo que de sincera preocupación, me explicó que
por mis respuestas yo era un depresivo, agresivo y misántropo que necesitaba un
ambiente más saludable donde desarrollarme como persona.
Si bien no pongo en duda las conclusiones, creo que es un poco lo que le
dicen a todo el mundo. "Veo tu dolor, tío, únete a nosotros y dejarás de
sufrir". Entiendo que quien entre bajo de defensas pueda sentirse
cautivado. A Charlie le dijeron más o menos lo mismo y el Chino ni quiso pasar
por el cuestionario ¿Para qué?, dijo.
(Luego tienen teatros donde representan las obras de Hubbard, salas de
conferencias, librerías y otros sitios, pero eso es menos jugoso y me estoy
alargando, así que paso a la moralina)
La Cienciología insiste mucho en la autosuperación y el trabajo duro.
Entiendo su relación con gente exitosa. ¿Es una secta? Sin duda. Pero ¿qué no
lo es? Desde El Corte Inglés hasta los políticos, desde la moda a los amigos,
todo el mundo quiere nuestra alma y nuestra cartera. Si la Cienciología a unos,
como la droga a otros, les funciona, pues que lo disfruten.