Vivimos una época políticamente triste. Sabemos que nos gobierna el
ser más inepto que haya podido habitar jamás en la Moncloa; además
permanece atrincherado allí, sin la más leve intención de regenerar
nada, resistiendo en el cargo sin otra voluntad que la de que ni él ni
sus protegidos pierdan el aforamiento. De alguna manera hemos perdido
toda esperanza en reformas a corto plazo, ya que mientras no cambie la
casta gobernante no habrá nada que hacer. Lo que todavía conserva
cierto interés, a pesar de las decepciones, son los nuevos partidos,
Ciudadanos y Podemos, y sus posibles planes para llegar al poder.
El primero es tratado solo tangencialmente y con cierto escepticismo por José Luis Villacañas, que en su El lento aprendizaje de Podemos
se centra sobre todo en la formación morada. El libro es una
reelaboración de artículos periodísticos del último lustro; todo bien
hilado y con coherencia. Este catedrático de filosofía de la Universidad
Complutense pone a España en el escorzo para entender lo que está
sucediendo desde la perspectiva podemita, con sus logros y pasos en
falso, y sus opciones de futuro.
Los retratos que hace incialmente
del sistema político no dejan mucho espacio para el optimismo. Muestra a
un presidente mediocre, que es más un administrador que un político,
incapaz de aportar soluciones a problemas dramáticos como el de la
unidad nacional. Culpa de ello al capitalismo de Estado que padecemos,
que propicia una selección negativa de los gobernantes, ya que solo
asciende el que menos disiente, el que calla ante los saqueos. Los
tinglados de poder se extienden empero más allá del PP; en el
mantenimiento del status quo el PSOE de Andalucía juega un
papel primordial. Villacañas describe bien los intentos que hubo de
consolidar un poder conjunto entre Rajoy y Susana Díaz, y el golpe que
perpetró ésta para descabezar a Pedro Sánchez. Que finalmente el
invento fracasara evitó la consolidación de una situación sin salida,
con los corruptos coaligados al mando y cubriéndose las espaldas.
Frente a este Estado extractivo y cameralista
solo queda la opción de Podemos. Villacañas sigue viendo a este partido
como el único camino, y sus simpatías por lo que representa son
constantes. Sin embargo él cree en la línea de Iñigo Errejón y abomina a
Pablo Iglesias. Ve en éste un residuo ególatra y criptocomunista, una
vuelta a lo peor de IU, un partido del que hay que huir como referente
porque no solo no cambió nada, sino que con su extremismo legitimó
durante décadas el bipartidismo. Si hubiera triunfado la iniciativa de
Errejón, o sea pactar con el PSOE y no con IU, hoy Rajoy sería un mal
recuerdo del pasado y el PP estaría ya refundándose. Y seguramente la
situación de Cataluña no habría llegado al punto en el que está.
Hay
un capítulo en el que el profesor plantea lo que hubiera podido suceder
el 22 de Enero del 2016, fecha de ese “acto infausto” en el que el
Iglesias más chulito hizo imposible llegar a un acuerdo con Pedro
Sánchez, si el líder morado hubiera tenido conciencia de Estado, y en
lugar de seguir con su obsesión de superar a los socialistas por la
izquierda, hubiera dado un discurso para la historia, explicando que no
vetaba a Ciudadanos y que trataría de favorecer la presidencia de
Sánchez, o como mínimo se abstendría.
Lo único bueno es que
Iglesias ya no podrá volver a equivocarse, dice Villacañas, ya que se ha
quedado sin nadie a quien culpar, y ya no puede argumentar
desconocimiento de las consecuencias de su emperramiento en el sorpasso. Si reincide quedará claro que él es la principal garantía de la perpetuación de Rajoy en el poder.
El lento aprendizaje de Podemos
se publicó antes de que la Generalitat entrara en abierta rebelión
contra el Estado. No sabemos que opinará Villacañas ahora que Podemos
parece haberse posicionado claramente a favor del referéndum ilegal. En
el libro dice que ante la tesitura de elegir entre “Estado español y
Estado catalán”, tendrían que optar por “otro Estado español”.
Es imprevisible lo que sucederá después del 1 de Octubre. Pero el
votante medio seguramente no olvidará los vivas de Iglesias a una
Cataluña libre y a Errejón guardando silencio. Los tiempos del
aprendizaje ya se acabaron. A partir de ahora comprobaremos si Podemos
ya aprendió a volar, o por contra cae en picado.