7.2.16

La construcción en un personaje público


Muy a menudo los países miran atrás y sienten asco y vergüenza por los errores y horrores que toleraron. Las más de las veces se tratan de justificar diciéndose que desconocían lo que estaba sucediendo, o que solo una minoría poderosa era responsable, que nada, en suma, podía haber hecho la mayoría ignorante y mansa. Con la abundancia y rapidez con que nos llega la información en la actualidad, lo cierto es que estas excusas son cada vez menos verosímiles. Porque en nuestro tiempo, con frecuencia, la infamia incluso es retrasmitida en directo.

En España tenemos unas televisiones que esgrimen como motto cínico que están “para entretener a la ciudadanía, no para formarla”. Y con este argumento por bandera vomitan sobre ella un catálogo de programas y personajes que parecen haber buscado en los estercoleros. Lo peor, lo más vil, pueden encumbrarlo en moda popular, en una supuesta demanda social paradójicamente diseñada en el despacho de algún alto creativo audiovisual.

Desde hace unas semanas contemplamos como Tele 5, premeditadamente, está convirtiendo a unos de los personajes más grotescos y deleznables de nuestra historia reciente en una estrella mediática. Antes de su paso por esta cadena, nadie, absolutamente nadie, demandaba estar al tanto del lado “humano” de Francisco Nicolás Gómez, más conocido como “el pequeño Nicolás”. No había interés en él; solo se le consideraba una basura corrupta de la ralea de Bárcenas o Correa. Sin embargo, los directivos de Tele 5 están activando, paso a paso, todos los mecanismos necesarios para hacer de él un icono. No es gracioso que unos de los culpables del hundimiento de la economía, solo por ser especialmente joven, sea un referente simpático para sus coetáneos. Y esto está sucediendo día a día, antes nuestras narices.

Tras la crisis económica que todavía padecemos no hay lugar para inocencias fingidas. Sabemos que vivimos en una sociedad de bajo nivel educativo, de mediocre cultura cívica y de comportamientos francamente amorales. Y también sabemos que si no cambiamos colectivamente no recuperaremos en rumbo. Todos, incluidos los medios de comunicación, somos responsables. Si queremos salir del hoyo, una de las primeras cosas que hay que hacer es dejar de ser complacientes con los sinvergüenzas, ni con los que los jalean.

No hay comentarios: