20.4.12

La agonía del eurocentrismo



Hegel en su Filosofía de la Historia excluye al continente americano de la “Historia” (no piensen que es algo personal por allí, también Oceanía queda fuera). Según le parece al gran genio filosófico, lo que los habitantes del Nuevo Mundo hacen cuando construyen puentes, guerrean o escriben libros es muy digno de respeto pero no es “Historia”, al menos de la que se escribe con mayúsculas. Para él América está en la antehistoria. Sólo actúa como epígono de Europa, que es donde se dirimen las grandes cuestiones humanas. Porque aquí hay estados, y gracias a ellos somos libres y podemos hacer Historia. Allí sólo hay tribus.


Quizá en su disculpa se podría decir que era la época (1820) y el desconocimiento.

Desgraciadamente no podemos decir lo mismo del joven Ortega, que en su artículo de juventud Hegel en América suscribió estas teorías, y puso la guinda con el premio de consolación: “América no tiene Historia, tiene Naturaleza”.

No tardó mucho es viajar a la Argentina, y suponemos que ya nada más llegar al puerto de Buenos Aires querría arrancase los ojos. Se pasó toda la vida rectificando este artículo aquí y allá. Un poco tarde, en 1928, lo hizo específicamente en Hegel y América.

El español le reprocha ahora al “filósofo imperial” un sistema en que la justificación del presente por el pasado niegue la posibilidad de futuro. Hegel no es capaz de ver en el continente algo más que el estado de inmadurez de la humanidad y, es más, duda de que sea posible el crecimiento debido a las grandes extensiones geográficas del nuevo mundo.También le ciega su “patriotismo protestante”, ya que deja un poco mejor a los americanos del Norte, porque hicieron colonia y no conquista como en el sur católico. Pero niega que Estados Unidos sea un estado auténtico.

Ortega se pregunta que diría Hegel ante el espectáculo de cualquier ciudad norteamericana actual. Siendo coherentes con su sistema, nos dice, ni siquiera en Nueva York se hace Historia, ya que lo que se hace allí no es más que una prolongación de la técnica europea.

En fin. Tanto Hegel como el primer Ortega son prototipos de cierto cerrazón mental tamizado de paternalismo, ejemplo de la incapacidad de ver una realidad distinta a la propia. Una realidad en continua evolución que acaba por superarnos y nos obliga a nosotros a adaptarnos a ella. Ya que Colón diera noticia de un nuevo continente hubiera debido bastar para que los europeos se plantearan que no son más el ombligo del mundo. Pero han hecho falta varios siglos para que empiecen a cuestionárselo.

Europa es hoy un amplio museo plagado de burócratas. La Historia ya se hace en principalmente en América. Y en el futuro habrá más. Falta Asia, tal vez África. El futuro, como dice Cioran, pertenece a las barriadas periféricas del globo.

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