22.7.20

Los cristianos, de Jesús Mosterín


Jesús Mosterín (1941-2017) fue un filósofo de ingente obra. Sus intereses abarcaban, entre otras disciplinas, la ciencia, la antropología, ética y la lógica. Si hubiera nacido en Estados Unidos o Francia sería una eminencia mundial y libros suyos como La naturaleza humana competirían en la lista de best sellers junto a los Jared Diamond o Steve Pinker. Pero nació en España, así que sus libros circulan con dificultad y raramente se citan en la academia.
Lo que sí se encuentra en cualquier librería son los diez volúmenes de su Historia del pensamiento. Están en bolsillo en Alianza y leer la colección completa es uno de los mayores placeres que nos depara la vida, junto al buen vino y una alegre velada con los amigos.
El hilo histórico empieza en el pensamiento arcaico y termina con la Contrareforma católica. Vemos entre medias a griegos, hindús, chinos, judíos y musulmanes. Todo ello desde el descreimiento de Mosterín, que relativiza el poder de las ideas y nunca pierde de vista la base material de la que surge el mundo intelectual. En esta historia del pensamiento hay siempre contexto histórico, económico y hasta climático.
Al autor no le importa desmitificar a los grandes hitos del pensamiento universal y reivindicar a pensadores marginales o incluso silenciados por el canon (maravillan las referencias a autores que sabemos que existieron y que parecían importantísimos, pero cuyas obras se han perdido en las cenizas del tiempo).   
Dentro de las asociaciones que se pueden hacer de distintos los volúmenes, Mosterín afirma que Los cristianos complementa a Los judíos. También podríamos añadir El Islam para cerrar la trilogía de los monoteísmos.
Mosterín es agnóstico y derriba sin contemplaciones a los profetas y sus dogmas religiosos, pero lo hace desde el conocimiento y el respeto por los hechos.

Los cristianos, mi relectura más reciente, pasa de las quinientas páginas y es el más largo de la colección. Pero como los otros volúmenes está muy bien escrito y tiene voluntad divulgativa. Empieza poniendo en duda la figura del Jesús histórico, explica que el cristianismo es más bien obra de Pablo de Tarso, San Agustín no sale bien parado, tampoco los protestantes, y concluye que el cristianismo ha sido fundamental en la historia de Occidente, pero que últimamente no ha hecho grandes aportaciones culturales.
Sin embargo, como expone tan bien las ideas de los pensadores  cristianos (o tal vez es que me estoy haciendo mayor), si le quitamos el aura de infalibilidad que la religión se da a sí misma y olvidamos que esta gente tuvo un poder omnímodo sobre millones de vidas, no dejan de ser cautivantes las porfías religiosas. Uno se reconcilia con el cristianismo leyendo este libro laico.
Se entiende que cuando debates sobre algo tan grave como el alma y la vida eterna haya cierta exaltación, como cuando Domingo de Guzmán conoció la herejía cátara, o San Agustín se las vio con los reproches de Pelagio por su teoría del pecado original.
Los llamados herejes, como Marción, Orígenes o Arriano, que transitan por estas páginas son fascinantes. Sus teorías pudieron haber cuajado si hubieran tenido el apoyo político de algún emperador o rey, y hoy serían tal vez los padres de iglesias hegemónicas.

De fondo, leyendo Los cristianos de Jesús Mosterín, sobrevuela la pregunta de si la erradicación del cristianismo de nuestras sociedades ha sido algo positivo. Al menos sus grandes pensadores tenían inteligencia y coraje, y luchaban por ideales trascendentales. En el ateo mundo actual no hacemos más que divagar en torno a figuras menores, como Kim Kardashian o Martin Heidegger.  

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