2.10.22

Humanidad ∞, de Albert Cortina y Miquel-Àngel Serra

 

Hace una semanas Emmanuel Macron decretó con solemnidad el fin de la era de la abundancia.

A continuación nos vino a la cabeza una pregunta inevitable: ¿será para todos por igual o únicamente para algunos? O sea, ¿los de la plebe vamos a subsistir con estrecheces mientras los superseñores que manejan el cotarro van a seguir viviendo a todo tren?¿Macron va a mudarse a un piso arrabalero de 40 metros cuadrados y empezará a moverse en autobús, o va a seguir en mansiones nada ecosostenibles y volando en jet privado?

Es un error de quien está demasiado elevado como para escuchar lo que se dice en la calle creer que vamos a aceptar calladitos que nos impongan restricciones mientras que los responsables políticos de la empobrecimiento global siguen con su modo de vida de turbolujo.

El relato que esgrimen los poderosos para justificarse es que hay agotamiento de las materias primas, y que hay un calentamiento global, y que somos demasiados en el planeta. Y nada de esto que nos dicen se puede poner en duda; es más, no está permitido si quiera hacer preguntas.

Cualquiera que recele del edicto es un negacionista, un peligro público.     

Pero lo cierto es que no es la primera vez en la historia que se ha producido un agotamiento del modelo productivo, y siempre ha surgido otro para reemplazarlo. Es más, el capitalismo es una sucesión de estos ciclos de contracción y expansión. Nada nuevo bajo el sol. Avanzamos como sociedad como podemos, cambiando, improvisando sobre la marcha; siempre deudores de las coordenadas de lo posible, pendientes de lo que se nos permite hacer con los elementos que nos ofrece la infraestructura económica.   

Humanidad. Desafíos éticos de las tecnologías emergentes es una reunión de conferencias transcritas de lo que fue un curso de verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Sus responsables principales son Albert Cortina y Miquel-Àngel Serra, y su fecha de publicación fue el 2016, que hoy, con la pandemia mediando, nos parece una eternidad. 

El libro responde a esa máxima gomezdaviliana de que el cristianismo no tiene todas las respuestas, pero al menos se hace las preguntas correctas. Aquí la ingeniería genética, el transhumanismo, la neurociencia, y demás temas que serán actualidad mañana por la mañana se debaten con profundidad y pedagogía. Sus distintos autores hilan fino.  Aunque el lector no comparta las conclusiones, agradecerá lo didáctico de los planteamientos. Son temas que necesitamos conocer porque definen nuestras vidas.


Pero lo que servidor ha encontrado ilustrativo no es la cuestión de la bioética bajo prisma católico, sin duda interesante y sobre lo que versa realmente el libro, sino la enumeración de innovaciones tecnológicas que se anuncian.

Un tema crucial en este libro es la inminente convergencia de las tecnologías NBIC (nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y de la comunicación y neurocognitivas) que harán obsoletos los medios de producción actuales. También se habla de la informática cuántica, que ya es una realidad, y hará que nos olvidemos del silicio, y que obviamente nos llevará pronto a unos horizontes computacionales que hoy no podemos ni imaginar. Y con frecuencia se hacen además referencias a las posibilidades de cooperación social que nos traerá esta nueva economía de redes, que bien puede suponer una forma de liberación para la humanidad.

 

Volviendo a las interrogaciones retóricas a Macron: ¿Cómo se puede certificar el fin de la abundancia cuando más bien parece que estamos ante un cambio de paradigma productivo y social? ¿Qué interés tienen las élites en acostumbrarnos a la pobreza cuando todo parece indicar que estamos ante el inicio de una nueva era de prosperidad económica que más bien va a ampliar los márgenes de nuestra existencia?

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