15.10.15

Umbral o el contradiós, de Emilio Arnao


Hay textos que desmerecen una publicación tan cutre. Umbral o el contradiós de Emilio Arnao tributa como ejemplo. Se nota que en la editorial estaban caninos o mentalmente dispersos. No usan cursivas y la lectura a veces es confusa porque entrecomillan indistintamente los libros referenciados, las citas, o hasta grupos musicales de los que se habla tangencialmente. Hay erratas a mansalva y el tipo de letra elegida es poco apropiado para la verborrea fluvial de Arnao. No hay ni la más mínima reseña biográfica del autor, ni cierta introducción que nos presente el texto. Y para culminar, aunque esto ya es más accesorio, una cubierta blanquinegra que invita a salir huyendo, con su correspondiente nefasta contraportada en la que aparece una foto del autor en su peor día, así como una supuesta sinopsis apelotonada e ilegible.

También -y aquí terminamos con las quejas- una vez que empezamos a leer lo que se supone es un ensayo sobre Francisco Umbral, nos encontramos a un ensayista que chupa demasiada cámara. Arnao se defiende diciendo que él no habla de Umbral, sino de “mi Umbral”, pero hay momentos, por ejemplo cuando nos cuenta que le duele la espalda o que está escuchando a Madredeus, que simplemente sobran. Si hubiera estado más contenido, menos subjetivo, menos queriendo ser tan genial como el maestro, tal vez estaríamos ante un libro casi definitivo sobre el gran escritor. Pero no acaba de funcionar.

Los conocimientos que Arnao luce son enciclopédicos, eso sí. Lo ha leído todo o casi todo de Umbral, y eso es leer mucho. Expone bien las impresiones que produce en el lector la obra umbraliana y las constantes de la misma. Pasean por estas páginas el escritor y su sed amarga de mujer; su odio y necesidad de poder y poderosos; su provinciano querer ser escritor capitalino por encima de todo; el amor a su gato Loewe y el dolor por la pérdida de su hijo; el Madrid de la dictadura, de la transición y el borbónico; el anacoreta de la dacha y la celebridad entre marquesas; el niño hambriento de Valladolid y el ya agónico enfermo de neumonía.

Umbral es una especie de avatar con el que podemos revivir los últimos cincuenta años de historia española. Como afortunadamente no tenía imaginación, se dedicaba a hablar de lo que veía y experimentaba. Si tenemos la suerte de encontrar las primeras ediciones, además, le suelen acompañar un diseño cuidado, ahora vintage, muy propio de los años de publicación. En sus libros tenemos crónicas del tardofranquismo, retratos de la transición, luego del felipismo y  los años de Aznar… hasta su muerte, en el 2007, justo cuando estalló la crisis financiera. Se fue cuando terminaba una época de la que fue el más brillante comentarista y legitimador. Legitimador porque estamos hablando de un prosista que aportaba belleza a todo aquello que tocaba, y tocaba mucho al poder y a las constelaciones culturales que orbitan alrededor del mismo.

Umbral es un escritor total, magnífico, con una obra que navega a través de varias décadas y que se alimenta de su circunstancia. Está por escribir un estudio concluyente sobre Umbral y la España que vivió, que casi vienen a ser lo mismo. El de Arnao no es desde luego no este estudio; es más bien un aperitivo, un abreboca del gran libro que esperamos que alguien esté ya escribiendo.

(UMBRAL O EL CONTRADIÓS de Emilio Arnao. 1ª ed 2011 Ediciones Rilke, Madrid.)

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