Hay textos que desmerecen una publicación tan cutre. Umbral o el contradiós
de Emilio Arnao tributa como ejemplo. Se nota que en la editorial
estaban caninos o mentalmente dispersos. No usan cursivas y la lectura a
veces es confusa porque entrecomillan indistintamente los libros
referenciados, las citas, o hasta grupos musicales de los que se habla
tangencialmente. Hay erratas a mansalva y el tipo de letra elegida es
poco apropiado para la verborrea fluvial de Arnao. No hay ni la más
mínima reseña biográfica del autor, ni cierta introducción que nos
presente el texto. Y para culminar, aunque esto ya es más accesorio, una
cubierta blanquinegra que invita a salir huyendo, con su
correspondiente nefasta contraportada en la que aparece una foto del
autor en su peor día, así como una supuesta sinopsis apelotonada e
ilegible.
También -y aquí terminamos con las quejas- una vez que
empezamos a leer lo que se supone es un ensayo sobre Francisco Umbral,
nos encontramos a un ensayista que chupa demasiada cámara. Arnao se
defiende diciendo que él no habla de Umbral, sino de “mi Umbral”, pero
hay momentos, por ejemplo cuando nos cuenta que le duele la espalda o
que está escuchando a Madredeus, que simplemente sobran. Si hubiera
estado más contenido, menos subjetivo, menos queriendo ser tan genial
como el maestro, tal vez estaríamos ante un libro casi definitivo sobre
el gran escritor. Pero no acaba de funcionar.
Los conocimientos
que Arnao luce son enciclopédicos, eso sí. Lo ha leído todo o casi todo
de Umbral, y eso es leer mucho. Expone bien las impresiones que produce
en el lector la obra umbraliana y las constantes de la misma. Pasean por
estas páginas el escritor y su sed amarga de mujer; su odio y necesidad
de poder y poderosos; su provinciano querer ser escritor capitalino por
encima de todo; el amor a su gato Loewe y el dolor por la pérdida de su
hijo; el Madrid de la dictadura, de la transición y el borbónico; el
anacoreta de la dacha y la celebridad entre marquesas; el niño
hambriento de Valladolid y el ya agónico enfermo de neumonía.
Umbral
es una especie de avatar con el que podemos revivir los últimos
cincuenta años de historia española. Como afortunadamente no tenía
imaginación, se dedicaba a hablar de lo que veía y experimentaba. Si
tenemos la suerte de encontrar las primeras ediciones, además, le suelen
acompañar un diseño cuidado, ahora vintage,
muy propio de los años de publicación. En sus libros tenemos crónicas
del tardofranquismo, retratos de la transición, luego del felipismo y
los años de Aznar… hasta su muerte, en el 2007, justo cuando estalló la
crisis financiera. Se fue cuando terminaba una época de la que fue el
más brillante comentarista y legitimador. Legitimador porque estamos
hablando de un prosista que aportaba belleza a todo aquello que tocaba, y
tocaba mucho al poder y a las constelaciones culturales que orbitan
alrededor del mismo.
Umbral es un escritor total, magnífico, con
una obra que navega a través de varias décadas y que se alimenta de su
circunstancia. Está por escribir un estudio concluyente sobre Umbral y
la España que vivió, que casi vienen a ser lo mismo. El de Arnao no es
desde luego no este estudio; es más bien un aperitivo, un abreboca del
gran libro que esperamos que alguien esté ya escribiendo.
(UMBRAL O EL CONTRADIÓS de Emilio Arnao. 1ª ed 2011 Ediciones Rilke, Madrid.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario