2.3.18

Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, de Charles Bukowski


Los libros malos de Bukowski son deleznables, los buenos son mucho mejores de lo que nadie quiere reconocer. La senda del perdedor, Factotum, Cartero y Mujeres, por ejemplo, son cuatro novelas que leídas en este orden componen una suerte de magnífica autobiografía. El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco es un bellísimo diario de su último año de vida. En Hollywood encontramos una crónica tan divertida como ilustrativa de lo que es la relación de la literatura con el cine. Además algunos de sus libros de relatos son excelentes, así como partes de su poesía.
También es cierto que hay una serie de engendros suyos innombrables circulando por ahí que no son más que un desperdicio de papel.
Este libro que reseñamos, Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, es presentado como si su autor fuera el propio Bukowski por una fullería de Anagrama, cuando en realidad la mitad de sus poco más de cien páginas son un estudio de la obra del escritor a cargo de Fernanda Pivano, y las otras cincuenta páginas una entrevista-diálogo de la misma con Bukowski y algún otro convidado que se apuntó al cenáculo. Es decir, es un libro realmente de la académica italiana, no del escritor californiano.
Pero ese detalle baladí no oscurece lo interesante del texto. El estudio, tal vez un artículo largo publicado en alguna revista previamente, es una buena guía de lectura de Bukowski, si acaso tal cosa hiciera falta, ya que es un autor explícito en fondo y forma, reacio a las interpretaciones. Con algún apunte de su vida y la exposición de las obsesiones fundamentales Pivano perfila bastante bien los contornos del cosmos bukowskiano. Se referencian los mejores libros hasta la fecha de redacción -1980- aunque todavía quedaban por aparecer algunos más; pero lo esencial está allí.
La aproximación de Pivano nos ahorra la jerigonza postestructuralista de la época y se convierte en una prosa amena. Nos explica que los personajes son siempre del lumpenproletariado, pero sin los sensacionalismos propios de este tipo de literatura. La fuerza reside en que hay descripciones de las consecuencias de la explotación económica, pero sin disertaciones añadidas ni argumentarios. O como decía Juanma Agulles en aquél legendario y seguramente descatalogadísimo Non legor, non legar: “Sin estridencias teóricas, Bukowski lleva a la práctica una máxima bien conocida: la existencia condiciona la conciencia y no al contrario”.
Estos libros se pueden leer como la descripción de un estercolero, pero también de la vegetación que nace entre su inmundicia. Es conmovedor cómo los personajes apaleados sobreviven y a veces se quieren y se cuidan, pero sobre todo la fe de Bukowski en la cultura y la posibilidad final de salvarse mediante la escritura. Entre vómitos y cinismo, para él la música clásica y los buenos escritores están fuera de toda duda, son certezas no sujetas a diatribas.
La entrevista-coloquio de la segunda mitad del libro complementa la primera. Bukowski aparece algo ya crecido por el éxito, divertido ante los escándalos que provoca en su gira europea. Se habla de una aparición suya en la televisión francesa, de la que no recuerda nada por la borrachera que llevaba; o un boicot al que le sometieron unas feministas en Alemania.
Se tantea el tema de la política y la actitud rebelde del escritor. Por supuesto Bukowski no es progre. Odia a las buenas personas y a los buenos sentimientos. Llega a decir que simpatizó con Hitler solo por el asco que le daban los buenos patriotas americanos. No se incide más en este tema, pero es que no hay nada más que decir. Se ve que el tipo necesita llevar la contraria con todas sus consecuencias.
También hay varias referencias a la película que estaba rodando Barbet Schroeder, Barfly, basándose en un guion del propio Bukowski. El escritor llegó a salir en ella como figurante (Es una película magnífica que se puede ver gratis en youtube, por cierto).  
Una buena lectura para iniciarse, en suma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Durante mucho tiempo disfrute en el bus y en el metro como su protagonista, con un cuento de bukowski en que una chica lleva a su novio convertido en miniatura en la vagina jugando con el clitoris.Luego en una pelicula quiza la que dices via a unos adolescentes tanaticos follando cadaveres de mujeres preciosas tres, a la orilla del mar.Con esta libertad imaginaria a nuestra disposicion se puede disfrutar a lo grande hasta con el sexo marital.la imaginacion al poder por lo menos en casa....