11.1.20

domingo

El Charlie tenía grandes planes para nosotros. Íbamos a envejecer nuestra amistad en bares herrumbrosos, a dejarnos desplumar por prostitutas a las que triplicáramos la edad, a conocer famosos en clínicas de rehabilitación y, finalmente desahuciados y solos, compartiríamos los últimos alientos en alguna residencia de ancianos cutre pero con enfermeras solícitas.
Pero ahora el Charlie ve el nacimiento de mi hija como una impertinencia injustificable; se siente traicionado. Le toca repensarse el futuro o buscar nuevo compañero de desdichas.
Cuando quedamos, cada vez menos, todo es tensión. Por supuesto, nunca hemos hablado de lo que sucede.


1 comentario:

anonimo dijo...

Creo entender que la mirada que uno dirige a las mujeres y lo que espera de ellas, lo cambia radicalmente tener una hija y que es una gran suerte.OJala Charli tenga una experiencia asi y la disfrute antes de llegar a la residencia