26.3.20

Trevijano malbaratado

Antonio García-Trevijano (1927-2018) fue un pensador político y hombre de acción con suma importancia en el siglo XX español. Teórico republicano de gran profundidad, ha dejado una serie de obras y propuestas dignas de estudiarse, y que trazan una propuesta alternativa de reconstrucción del Estado para convertirlo en verdaderamente democrático y no en la mera oligarquía de partidos que es ahora.

No todo lo que escribió es de fácil lectura, pero más por la complejidad conceptual que por falta de pericia expositiva, ya que Trevijano era un buen escritor. De entre sus libros destacan: El Discurso de la República, que es una apuesta por una república constitucional que revierta el proceso de desintegración de España, todo ello con la idea de servidumbre voluntaria de Étienne La Boétie de fondo. Es un libro legible, y sobre todo convincente; sus argumentaciones y algunas de sus frases retumban por nuestras cabezas años después de haberlo leído. Pasiones de servidumbre es una antología de artículos que sigue un hilo común al analizar los males de la sociedad y las promesas de la libertad política con las pasiones tratadas por Spinoza como guía; también es un libro accesible e iluminador. Frente a la gran mentira ha envejecido un poco en su comentario de la actualidad y requiere más esfuerzo al lector, pero aun así es una obra fundamental que denuncia la mentira de los partidos políticos y que aboga por profundizar la democracia. Y Teoría pura de la República es su obra definitiva, un libro ya estrictamente de teoría política en la que el lector profano se pierde (yo lo hago, al menos), pero donde podemos atisbar una estructura de pensamiento que podría servir de base teórica a los que aspiren a refundar el Estado.

Aunque lo más importante de su pensamiento es más bien para avezados politólogos, hay aspectos generales que quedan claros: La república estadounidense es más democrática que la república francesa, que para desgracia europea es el ejemplo que ha cundido. Hace falta una república presidencialista y constitucional, que si el rey aceptara podría tener expresión de reino (su pragmatismo aquí es admirable). El actual sistema electoral favorece la oligarquía partitocrática; es mejor un sistema uninominal de pequeños distritos electorales donde se vote a la persona, no al partido. El Tribunal Constitucional es un invento francés para que el gobierno se reserve la interpretación de la constitución, habría que quitarlo y que sean los propios jueces los que interpreten la carta magna, como en Estados Unidos, y para ello por supuesto es imperiosa la separación de poderes.  
Cualquier cambio político no requiere en realidad de la mayoría numérica sino de la movilización de “tercio laocrático”, ese tercio de la población que piensa y actúa. 
El Estado tiene que garantizar la posibilidad de participar, no el contenido de esas participaciones; el trevijanismo regula las normas de juego, no impone cómo se juega; o sea, se opone al Estado Pastoral que describió Foucault.


¿Por qué alguien de tal inteligencia y fertilidad teórica ha quedado tan oscurecido? Desde luego la primera razón es obvia: el Cotarro ha querido matarlo socialmente, silenciándole en medios e implicándole en mil escaramuzas alegales para destruir su imagen pública.

Pero más allá de eso su carácter personal no parece haber ayudado. En los vídeos que han quedado de él se le ve irascible, soberbio hasta la patología y de nulas habilidades sociales. Resulta (al menos a mí me lo parece) un tipo desagradable y tan egomaníaco que echaría a perder cualquier proyecto colectivo con sus salidas de tono. Llama la atención, por ejemplo, que no haya dejado un heredero de solvencia y carisma, o gente de cierta capacidad para desarrollar su legado, lo que nos lleva a pensar que no era bueno creando equipos y estimulando que sus discípulos sacaran lo mejor de sí mismos.  

Existe una asociación que aglutina a sus seguidores, el Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional (MCRC), pero a pesar de contar con seiscientos socios, según Wikipedia, no parece que hagan mucho más allá de actualizar la web.

Es imperdonable que no haya ni un solo estudio introductorio a su obra, ni que sus libros principales no se reediten con más frecuencia o circulen en pdf; que en ninguna facultad de ciencias políticas se trabaje desde sus teorías, o que no haya más periodistas y medios que se muevan en su onda, o que ningún trevijanista sea un personaje más o menos público en tiempos de pluralidad mediática. Todo esto lleva a pensar que no es un movimiento muy “laocrático”.

El riesgo de seguir coránicamente al maestro tiene también sus incapacitaciones. Como Trevijano no quería nada con los partidos políticos, el MCRC ha perdido la posibilidad de influir en ninguna corriente interna de ningún partido (obviamente no podrían hacerlo en ninguna línea oficial), pero tampoco en fundaciones culturales o elementos de la sociedad civil, como círculos empresariales o sindicales. Se supone que no aspiran al poder sino a crear hegemonía, pero no hay pasos tampoco en ese camino.

Como es habitual, el legado intelectual se malbarata por egotismos del prócer e incompetencias de sus seguidores. Pero eso no quiere decir que no se haga uso a discreción de él. Las propuestas de Trevijano son pertinentes en estos tiempos constituyentes, démosles vida aunque sea orillando a los que tendrían que haberlas revitalizado hace ya tiempo. 

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