3.6.20

La abolición del trabajo, de Bob Black


En cualquier dictadura moderadamente desestalinizada hay un grado mayor de libertad que en el lugar de trabajo norteamericano medio.

Bob Black es un escritor libertario estadounidense muy popular en el mundo angloparlante, aunque aquí solo se ha traducido de él La abolición del trabajo. Wikipedia le coloca la etiqueta de “post-left anarchy”, junto a John Zerzan y Hakim Bey, entre otros. O sea, que no se puede estar en mejor compañía. Hay ciertamente paralelismos y diálogos entre ellos; se nota que caminan en la misma dirección.
Son tres pensadores nítidos como un disparo. No se mueven en la academia y no hacen falta académicos para interpretar sus libros. Cualquiera puede leerlos y sacar sus conclusiones. Esto explica tal vez que no sean populares entre los intelectuales progres, que prefieren a autores ilegibles como Deleuze o Lacan, de los que sólo ellos pueden ser los glosadores, convirtiéndose así en una nueva clase sacerdotal entre seglares.
Según la wiki, Max Stirner y los Situacionistas están entre sus referentes principales, pero los de la  “post-left anarchy” demuestran que han leído de todo y que lo han asimilado. Aun así, no hay ejercicios de pedantería en sus páginas, lo que les hace accesibles. Sería muy interesante investigar la influencia que han tenido entre el gran público, cómo han llegado a cuajar entre todo tipo de gentes y les han movido a la acción.
(En el caso de las Zonas Temporalmente Autónomas de Hakim Bey, por ejemplo, sabemos que ha sido un terremoto en el ciberespacio.)       
Las propuestas que hacen son coherentemente anarquistas y buscan la libertad individual por encima de todo, y luego la cooperación entre esas individualidades sin esperar mediaciones externas. No hay cabida a redentores indeseados. Pero tampoco caen en la idealización populista de asamblearismo, y dedican mucho estudio analizar cómo funcionan los “grupos de afinidad”, con todos sus inconvenientes.
Son teóricos de la autonomía social y no dejan resquicio por el que puedan entrar los políticos a malmeter.

La abolición del trabajo aparece en español, como todo lo bueno, en la editorial Pepitas de calabaza. Es realmente un artículo largo. Esta edición tiene sesenta y cuatro páginas incluyendo apéndices y demás. Por lo que no profundiza mucho y se centra en poner una idea en circulación. Lo que hace con creces ya que es un texto de 1985 cuyo influencia no ha dejado de aumentar.
Describe el espacio de trabajo como un totalitarismo. El trabajador está controlado hasta el último movimiento. Tiene un jefe despótico ante el que cualquier negativa se considera una “insubordinación”, como la de un hijo frente su padre. Y puesto que pasamos la mayor parte de nuestra vida en ese espacio oprobioso, Black considera que no se puede hablar de libertad en Occidente.
Hay muchos apologetas del trabajo, como el marxismo, que venden que el trabajo dignifica y pamplinas por el estilo. Pero lo cierto es que mata, y merma la salud y la creatividad de las personas. Hay que buscar una sociedad en la que no haya que pasarse un mínimo de cuartenta horas, más desplazamientos, en un sitio en el que no queremos estar.
Expone a matacaballo distintas alternativas, como la robotización de las labores más duras, que permitiría trabajar menos y de manera más grata. O propone darle un sentido más lúdico a la producción, porque hay que seguir haciendo cosas, como subraya Black. Pero es un texto demasiado breve como para desarrollar mucho más el tema (lo hace, una vez más según la wiki, en otros libros que todavía no han sido traducidos.)
De cualquier manera, merece la pena leer La abolición del trabajo. Tiene tres o cuatro párrafos de esos que se quedan grabados y que recordaremos cada día de nuestras vidas temprano en el metro, o cuando por ineptitud burcrática nos tengamos que quedar hasta el anochecer clavados en nuestro puesto en la oficina.
No es mucho, pero tampoco es nada. 

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