2.6.20

de los pijoprogres



Mi vida transcurría monótona y con más pena que gloria, como siempre, felizmente desconocedor de que Javier Bardem, actor al que tributo una indiferencia absoluta, tenía un hermano llamado Carlos. Pero lo descubrí a raíz de cierto escándalo en las redes sociales, ya que el hermano en cuestión tuvo la desagradable ocurrencia de llamar “tío Tom” al único diputado no blanco que tenemos en el Parlamento. Me pareció bastante asqueroso utilizar el color de piel de alguien como reproche político. Google me informó además de que el tal Carlos Bardem tiene a gala ser un izquierdista fetén, y que semejante espumarajo racista no tuvo reproche alguno, y que hasta otros camaradas de bancada, como Guillermo Toledo, tan sensible para otras cosas, le habían jaleado por ello.   

Le investigué un poco más y encontré una entrevista con Carlos Bardem que circula por internet. Sus respuestas son más o menos las previsibles de un pijoprogre al uso, y todo lo reduce a la falacia moral de siempre de que los otros (la derecha) son muy malos o sea que nosotros (la izquierda) somos necesariamente buenos. En cuanto a sus argumentaciones, ni siquiera creo que estén bien hilvanadas y son meras banalidades. 

Resumiendo: Carlos Bardem está encantado de haberse conocido, es incapaz de ver su propia mediocridad, y habla como quien se cree elegido por los dioses. Nada nuevo, pues.

Pero al estar en distintas plataformas digitales se pueden revisar los comentarios que ha generado. La inmensa mayoría son despreciativos y no todos, como se podría suponer, atribuibles adversarios políticos, sino también a gente que se considera de izquierdas.

La solemne banalidad que exhibe el tipo cae mal a todo el mundo, sin banderías. Si hay un consenso generalizado en nuestro país, algo que une a los diversos espectros políticos, es que casi todos pensamos que los pijoprogres son gilipollas.

El actor y escritor se preocupa por la esclavitud del siglo XIX, o sea por una batalla del pasado que ya está cerrada. Philippe Muray llamaría a esto con sorna la “epopeya del pleonasmo”. Los pijoprogres siempre buscan causas políticas facilonas en las que no te juegas nada, sobre las que hay unanimidad y en las que no hay nada que se pueda solucionar ya, pero que dan la oportunidad de identificarse con las víctimas.

Carlos Bardem nos explica -agárrate los machos- que ¡la esclavitud es mala!¡secundémosle con nuestro asentimiento ojiplático!

Es como si no hubiera problemas hoy entre la gente común. Quieren una política sin economía, reducida a relato y manual de agravios. Una política en la que nadie pasa hambre. “La izquierda, a nivel mundial, ha descubierto que habiendo más pijos sensibles y yonquis de la superioridad moral que pobres, es mejor que te voten pijos y veganos a que te voten pobres” dice Alberto Olmos en un artículo que cada día se hace más grande.

Cuando dice que está bien ser de izquierdas y vivir como un sultán, y mete con calzador que lo contrario es “criminalizar la pobreza” (!), se presenta ante los navegantes digitales como un cretino, que le recuerdan además que él despidió a varios trabajadores del restaurante de su familia ¡Pues claro que es incoherente decirse obrerista y despedir malamente a tus trabajadores, y vivir en casoplones en Galapagar, y recurrir a hospitales privados en Hollywood! No es ganar un buen dinero el problema, es ostentar como señoritos. Julio Anguita tuvo sueldos altos toda su vida, y vivía con normalidad en una casa media en Córdoba. Nadie le reprocha nada a él.

El marxismo sólo volverá a ser respetado cuando se libre de estos pijoprogres que se han adueñado del discurso. Y que ni siquiera han hecho el esfuerzo de formarse intelectualmente para dar argumentos que no provoquen sonrojo. No es sólo que sean incoherentes y mezquinos, es que cada vez que abren la boca es para decir trivialidades sin fundamento.

¿Por qué estos personajillos, que son solventes en lo económico y por tanto tienen tiempo libre, no se forman antes de hablar? No es tan complicado. Podrían hacer cursos en línea o contratar profesores para que les instruyan. En nuestro país hay miles de académicos bien formados en tradición marxista que podrían echarles una mano. Así se evitarían caer tan bajo como para recurrir a la caricatura racista o defender la opulencia insultando así a millones de mileuristas precarizados.

Es por su bien. Y por nuestro bien. Carlos Bardem y demás ralea tienen la "hegemonía". Nadie lo niega. Pero hegemonía no significa pasarse el día metiéndole el dedo en el ojo al español medio, sacando de quicio al personal y provocando la reacción contraria. Esta gente es la que va a llevar a Vox al poder ¡Es peligrosa!

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