1.6.21

El optimismo en las Coplas de Jorge Manrique

 



Hablar del optimismo en las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique parece casi un sarcasmo; pero una vez que las leemos se desvanece la perplejidad inicial.

La cabecera de este trabajo nos evoca también el texto de José Ortega y Gasset Del optimismo en Leibniz. Se hace entonces inevitable que leamos las Coplas desde el optimismo leibniziano. No es, claro está, un optimismo irracional que se niega a ver las calamidades del mundo. Es un optimismo paradójico que considera que a pesar de todo vivimos en el mejor de los mundos posibles; un optimismo que abraza la realidad sin regodearse en la tragedia. Un optimismo de lo óptimo posible.

Manrique escribe en el siglo XV, o sea, en los estertores del Medievo, y Leibniz entre el siglo XVII y XVIII, en tiempos ya del racionalismo. Sin embargo les hermana la serenidad de sentirse engranajes de un orden divino. Para el español los sucesos históricos o personales existen dentro de una voluntad divina, y como tal hay que aceptarlos. Para el germánico, un Dios de precisión matemática ha tenido que prever otros mundos, y si ha elegido éste es porque es el mejor; incluso lo malo tiene un propósito. Por ejemplo, si morimos es para que otros vivan y que pueda seguir la vida.

Para ambos no hay nada que temer en este mundo, todo tiene un sentido; al final todo estará bien.

Esta calma que viene de sentir el abrazo divino se entiende también en la concepción del viaje. En la historia de la literatura universal es ya un lugar común la idea de viaje físico como metáfora del viaje existencial que es el vivir. La vida como camino, o como río, que trascurre entre vicisitudes y tormentos, con Ítaca esperando, o con el mar que el es morir, pero se entiende que en ambos casos se ha llegado tras un proceso de crecimiento, y que el abrazo a Penélope o el cristiano pasar a un lugar mejor, son las culminaciones lógicas del viaje. 

(Ulises también habrá de morir, aunque no se nos cuente. Pero le imaginamos sabio y heroico, con barbas blancas, exhalando en su cama rodeado de hijos y nietos; vencedor, en suma. Sin el viaje de crecimiento igual esto no hubiera sido posible).

El padre de Manrique sin embargo ha hecho otro viaje distinto. Él también tuvo que enfrentarse a sus propios lestrigones y cíclopes, pero lo hizo dentro de un plan divino donde se sabía a salvo. El héroe griego viajó por el contrario en un mundo caótico en el que dioses iracundos juegan con los destinos humanos. No conoció la piedad de Dios, el amor divino hacia los hombres y sus debilidades. El viaje de Ulises sí da miedo porque sus dioses sólo respetan a los héroes, y es muy difícil serlo.

Si Ulises hubiera muerto cobardemente en su primera escaramuza Telémaco no hubiera podido escribir estas Coplas, porque no tendría la certeza de que su padre está en los cielos, sin sentir dolor, redimido. Es más, Telémaco, si superara la vergüenza de tener un padre poco heroico, temería que su progenitor siguiera de tormentos en algún averno para hombres fallidos.       

1 comentario:

Anónimo dijo...

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