Como es sabido Ortega y Gasset distinguía entre las ideas, que se
tienen, y las creencias, en las que se está. Las últimas son más
determinantes porque configuran nuestra existencia aunque no queramos;
por mucho que pretendamos ignorarlas están aquí, en este mundo en el que
hemos sido arrojados. Es fundamental ser consciente de las creencias de cada época para entender por qué nuestra convivencia es como es.
De ahí que una de las funciones de los intelectuales sea
cartografiarlas y delimitarlas, ponerlas en claro para que sepamos a qué
atenernos.
La mayor parte de las personas considera que esto de las creencias de una época no
va con ellos y se jacta de vivir en el "mundo real", de pasar de
teorías. Un ejemplo: imaginemos a uno de estos sujetos pragmáticos,
llamémosle Manolo, y lo visualizamos en el bar de su barrio de toda la
vida. Ante la sugerencia de que lea un estudio de sociología
contemporánea, Manolo, irritado, gritará que no es un cagalibros, que él
va a lo práctico (y como suele hacer en estos casos, dará golpes con
sus nudillos en la barra, hecha de un material muy sólido, para ilustrar
su posicionamiento). Pero esa misma tarde, al volver a casa, su mujer
le estará esperando con las maletas hechas. Le pide el divorcio porque
después de una charla con su profesor hindú de meditación, ha
descubierto que no se siente realizada como mujer. A Manolo la
sociedad postindustrial le ha estallado en la cara. Si se hubiera
informado un poco, tal vez habría visto venir que las creencias
generales (en este caso en cuestiones de género) han cambiado mucho en las últimas décadas, y que en
consecuencia su mujer ya no iba a seguir en la cocina con la pata
quebrada.
En defensa de Manolo, muchos de los pensadores de
nuestro tiempo escriben con jerigonza académica incomprensible hasta
para lectores avezados. Pero otros no. El argentino Juan José Sebreli por ejemplo es un erudito que escribe con claridad.
No es tampoco como leer una novela de aventuras, ya que requerirá una
lectura atenta y preferiblemente con la Wikipedia abierta para hacer
consultas, pero hasta Manolo puede, si se lo propone, leerlo.
De los muchos libros de Sebreli, todos recomendables, hay uno que fue reeditado por Debate en el 2013 y es fácil de conseguir: El asedio a la modernidad.
En él nuestro autor hace un repaso de las ideologías que guían la
cotidianeidad en la que vivimos. Para Sebreli, con la Ilustración europea
se inició un proceso emancipador que derivó en la Modernidad, y como
aquella encontró la oposición de los reaccionarios irracionalistas, ésta
ha topado con los postmodernos, que con discursos igualmente
irracionalistas pero envueltos en un aire más chic y parisino, torpedean
los derechos humanos y supeditan lo individual y material a cuestiones
lingüísticas. Y con la crítica pormenorizada de las ideas de los
enemigos de la Modernidad, que son muchos y desde muchos frentes,
Sebreli hace un repaso de todo el panorama intelectual de los últimos
cien años. El fondo de muchos de los temas de los que se habla en
política diaria, en los parlamentos o en la prensa, o de las actitudes
personales nuestras o de nuestros vecinos, aparecen desarrolladas en el
libro, que además propone buenas argumentaciones para salir al paso en
las charlas de café.
Es un libro es didáctico e inteligente. Que lo disfrutes, Manolo.
*El asedio a la modernidad de Juan José Sebreli. 1ª edición. Debate, Barcelona
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