Si el indio es un resultado colonial
–como lo demuestra el análisis histórico- entonces su cultural es
también colonial, y la explicación de dicha cultura sólo puede hallarse
en el estudio de la situación y las funciones desempeñadas por el indio
en el régimen colonial.
Severo Martínez Peláez
El indio tal y como lo vemos hoy en Guatemala (y toda Latinoamérica) es resultado de quinientos años de aplastamiento.
Sus ropas, sus canciones y cultos están configuramos por el dominio
español y luego criollo. Ya no hay un indio prehispánico, todos han
sido depurados. Hasta en el menor de sus actos y palabras está presente
el dominio europeo.
Uno de los mayores equívocos eurocéntricos es
creer que defender la cultura del indio actual es una manera de rescatar
lo que queda de su mundo primigenio. Pero defender la circunstancia del
indio en bloque es perpetuar su servidumbre.
El indigenismo es la última canallada que Occidente ha perpetrado a los indígenas.
Militantes
blanquísimos y sofisticados, burgueses bohemios al Lonley Planet
pegados, se emocionan ante el folklore indígena, que desde la ropa al
baile, de la cocina a sus festividades, no es más que la interiorización
de la derrota y la pobreza. Si tanto le gustan a los indigenistas
españoles las culturas fosilizadas, que sean coherentes y salgan a la
calle vestidos de goyescos, vivan de la aceituna y tiren cabras desde
los campanarios.
Quien de verdad quiere a los indígenas defiende para ellos la integración de la vida republicana,
adelantos técnicos que mejoren sus cosechas e igualdad de género.
Ciudadanía y bienestar a fin de cuentas. Sólo hay que escucharlos, a los
más jóvenes sobre todo: esperan ir a la universidad y viajar, no ser
objeto para turistas
En Guatemala hoy hay hambruna. Con el 80% de
la dieta indígena dependiendo del maíz, si la cosecha no es buena los
niños de mueren de hambre. Y la cosecha no es buena en gran parte porque
los indígenas cultivan el maíz en las laderas de las montañas como
manda la tradición (o sea, porque son las tierras que nadie quería, y
las únicas que se les permitió usar), en pequeñas cantidades y sin
buscar otra cosa que la mera supervivencia. Esos maizales queda muy bien
en las postales, pero son un desastre. Tendrían que cultivar en llano y
en torno a los ríos. Buscar la tecnificación y comercialización, tratar
de diversificarse. Dejar, en suma, su “cultura”, tan hostil al
progreso.
En las comunidades indígenas hace falta tecnología, educación y dinero. No molestos europeos que ven exotismo donde sólo hay subdesarrollo.
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