En la actualidad hay dos pensadores más o menos marxistas que están
teorizando sobre la globalización desde planteamientos divergentes. Uno
es Antonio Negri, que defiende que el planeta ya tiene una organización supranacional, el Imperio,
que no tiene fronteras porque está en todas partes; además sostiene los
valores universales e ilustrados son buenos, que la tecnología puede
ayudar a la liberación; para él de lo que se trata es de hacer la
revolución desde donde estamos actualmente, sin marchas atrás, y
construir un gran sindicato mundial y que las multitudes tomen el
control de la globalización, la reviertan pero no acaben con ella. El
otro teórico es Immanuel Wallerstein; para él el Sistema-mundo,
que es un mundo pero no es el mundo en su totalidad, presenta todavía
grados de integración en torno al Estado central, que hoy es Estados
Unidos, como antes lo fue el Reino Unido u Holanda; hay territorios
periféricos y otros semiperiféricos, la ubicación define sus políticas;
además los valores republicanos liberales y modernos hacen las veces de
argumento legitimador del dominio, no son necesariamente los mejores y
las subjetividades nacionales o religiosas que se les enfrentan son
potencialidades antisistémicas que hay que valorar.
Por supuesto
Wallerstein ha sido incorporado como uno de los pilares de la teoría
postcolonial y es más leído en los países del Sur. Negri empero tiene
más seguidores en el mundo occidental, o fuera de él entre las
audiencias más proclives a dejar atrás tradiciones y cosmovisiones
locales para incorporarse a la modernidad occidental desde la militancia
anticapitalista.
Ambos autores requieren cierto esfuerzo de
comprensión, pero no hace falta ser un especialista para digerir sus
libros. Son buenos cartógrafos del mundo actual, o al menos de las ideas
imperantes sobre el mundo actual. Conocerlos ayuda mucho a entender por
dónde van las luchas ideológicas contemporáneas que, aunque pretendamos
que nos son ajenas, determinan nuestras existencias.
Negri
publica con excesiva frecuencia. Cada año aparecen dos o tres libros
suyos no necesariamente interesantes, más bien son vueltas y más vueltas
sobre sus ideas clave. Wallerstein en cambio se hace esperar más, al
menos en español, y por ello cada novedad suya en las librerías es
recibida con más expectación. Este año se acaba de publicar, por fin en
nuestro idioma, el cuarto volumen de su monumental historia del
sistema-mundo capitalista. El primero de la serie apareció en los años
setenta, y fue innovador en su tiempo porque desplazaba el origen de la
Era Moderna del Renacimiento al Descubrimiento de América. El
sistema-mundo surge con el inicio del capitalismo y la expansión
ultramarina, cuando deja de centrarse todo en Europa. Luego, con el paso
de los siglos, se producen disputas por ser el Estado hegemónico dentro
del mismo, ya que hacen falta diversidad de Estados, y se lucha por la
incorporación de los territorios periféricos ajenos al “progreso”.
En El moderno sistema mundial IV. El liberalismo centrista triunfante, 1789-1914
estudia cómo la Revolución francesa y el liberalismo moderado que se
configuró posteriormente crearon una narrativa legitimadora del dominio
occidental-capitalista del planeta.
Así dicho parece que va a ser
una sucesión de tópicos contra la Modernidad y los valores ilustrados,
de esos que dicen lo malo que es todo lo que pensamos en Occidente y lo
bueno que son los que alaban a dioses de muchos brazos o no dejan que
las mujeres conduzcan. Pero la verdad es que solo es así
tangencialmente; Wallerstein insiste mucho en que no sabe si las
alternativas a lo que tenemos actualmente pueden ser mejores.
De
cualquier manera el mejor texto introductorio a este pensador está en la
Red y se puede consultar gratuitamente. Es mejor empezar por él. Se
trata de Análisis de los Sistemas Mundo. Una introducción, una
conferencia que dio en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, y en
ella resume su teoría política por un lado, y por otro sus posiciones
sobre las ciencias, que considera innecesariamente separadas en
disciplinas estancas, cuando lo que deberíamos de buscar en la
unidisplinaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario