30.3.18

Dios en el laberinto, de Juan José Sebreli


Con 87 años Juan José Sebreli escribe ya, como diría Baroja, desde la última vuelta del camino. En el 2016 publicó en su Buenos Aires natal Dios en el laberinto. Crítica de las religiones, un libro pertinente que acaba de aparecer en España. En él nuestro autor deja claro que se va a morir sin reencontrarse con ningún dios, fielmente impermeable a cualquier supuesta dimensión espiritual del cosmos.
Son más setecientas páginas de repaso al hecho religioso, pero no desde un punto de vista histórico sino conceptual; es una cartografía de los lugares comunes de las religiones, si se quiere decir así. Desmonta la Biblia, el judaísmo y el Islam. El espiritualismo new age, o cualquier forma de profesar ajeno a los grandes monoteísmos, tampoco sale impune. Sebreli no acepta que se pueda creer en fantasmagorías, por muy envueltas que estén en incienso y cantos de chacras hare hare.
También analiza las imbricaciones de la religión con la política, sobre todo en Argentina e Iberoamérica. Los sacerdotes de la teología de la liberación y los de la extrema derecha, los evangelistas que envían las petroleras, el chavismo cristiano y el papa Francisco -éste último con especial profusión- sufren todos escarnio en estas páginas.
El libro está escrito con un tono crepuscular. Las primeras páginas son una recapitulación autobiográfica y una buena introducción  a su pensamiento; las últimas una reflexión sobre la muerte, tanto en general como la propia. Sebreli solo encuentra consuelo en el ligero recuerdo que puede dejar su obra, nada más.
Su repaso a los autores que a través de la historia humana intentaron dar un sentido a la muerte es ilustrativa: no hay manera de que lograran nada en este terreno. Para reconciliarse con la muerte los creyentes crean un espacio en el no-ser, necesariamente indemostrable, donde morarán nuestras ánimas; los ateos lo intentan con narrativas poéticas de cierto tufo religioso, como Carl Sagan con aquello de que estamos hechos del mismo material que estrellas y volvemos a ellas con el último suspiro.
De ambas maneras, el dislate está garantizado. Se puede asumir la muerte con serenidad, nunca “perdonarla” o ver en ella algo bueno.

Juan José Sebreli tiene un discurso propio. Ha publicado mucho en Argentina, desafortunadamente poco ha llegado aquí. La era del fútbol es, por ejemplo, el más bello y completo estudio sobre esta enfermedad social, pero solo podemos conseguirlo por internet. Que circulen por las librería españolas tenemos Comediantes y mártires, que es una crítica de los principales mitos argentinos, como Maradona o Evita, y es interesante desde luego; pero sobre todo destacan  El asedio a la modernidad y El olvido de la razón. Ambos libros tienen una continuidad. Y tal vez podríamos decir que Dios en el laberinto es el final de una trilogía.
El asedio a la modernidad es seguramente el mejor de todos y el que tendrá su lugar en la posteridad. Siempre desde la perspectiva latinoamericana, reivindica la Ilustración, el pensamiento liberal, democrático y moderno. Con Jürgen Habermas defiende que la modernidad no ha sido un proyecto fallido que hay que superar, sino más bien un horizonte de libertad en el que hay que profundizar. Frente a los brujos postmodernos y neo románticos, tan buscadores de exotismos, el autor argentino pide que los países de habla hispana no sean excepcionales, que lo que no se tolera en Europa no hay por qué tolerarlo en casa.
No hemos de ser tierras excéntricas para agradar a académicos políticamente desahuciados del norte.
El olvido de la razón es una vindicación de la susodicha razón centrándose en el terreno de la filosofía. El destronamiento que hace de los grandes popes europeos como Heidegger o Foucault, a los que acusa de irracionalistas y mediocres, es vigorizante. Sebreli se propone desordenar los prestigios y finaliza con una lista de autores, muchos de ellos a veces poco valorados por el canon actual, que él considera mucho más útiles para pensar el presente (Sartre por ejemplo).

El asedio a la modernidad, El olvido de la razón y Dios en el laberinto son tres libros accesibles, formativos y brillantes que ameritan las horas de lectura que requieren. Si su autor se hubiera sumado a alguna corriente hegemónica hoy sería una celebridad. Como eligió ser libre, es un placer minoritario.


No hay comentarios: