Ortega y Gasset
vivió siempre en la “acatolicidad”. En todos sus textos hay una visión
inmanentista de la existencia y los escasísimos guiños que hace a los creyentes
son más de índole político que teológico. Es difícilmente discutible que su
compromiso intelectual fue con el liberalismo laico. Sin embargo hay unos
intentos un tanto grotescos por parte de algunos discípulos católicos por
presentar a un Ortega finalmente
retornado al seno de la madre Iglesia; el gran argumento es que
aparentemente en su lecho de muerte aceptó la presencia de un cura. Frente a
toda una vida conscientemente agnóstica, que en esos últimos minutos de ocaso
tal vez besara una cruz o algo por el estilo impugnaría, según estos
planteamientos, la supuesta laicidad de todo su corpus teórico y habría que
releer toda su obra desde el prisma de una religiosidad latente.
Cuando un filósofo
se convierte en objeto de culto, casi en una figura mesiánica, sus discípulos hacen este tipo de tonterías.
Además de dar vergüenza ajena, que allá ellos, es una aberración epistemológica
que cuando es tomada en consideración nos afecta a todos.
Husserl es el
padre de la fenomenología y uno de los filósofos más influyentes del siglo XX y
lo que llevamos de XXI. Sus propuestas son, como es sabido, un intento de dar
cientificidad a la filosofía. En realidad era un solipista egomaníaco que decía
que los otros, la gente que le rodeaba, eran meramente datos de su conciencia.
Tamaña estupidez ha quedado ahí, sin obstaculizar la germinación de una escuela
fenomenológica y el surgimiento de miles de académicos que se autodenominan
husserlianos sin sonrojarse.
Estos, para
defender la figura del pope, lo que nos dicen es que el postulado de los otros
como datos de la conciencia está matizado en un legajo aparecido en una especie
de limbo llamado los “Archivos de Lovaina”, donde se matiza mucho la idea y la
hace más presentable, y los escépticos quedaríamos ojipláticos por su
profundidad.
La cuestión es que
los libros fundamentales de Husserl aparecieron hace ya casi cien años. Su
influjo ha sido enorme aun con lo de los datos ¿Qué importancia tiene ya la
matización?
Foucault dejó una
obra estremecedora y brillante en la que describía al sujeto moderno como preso
de poderes inasibles, incapaz de hallar una alternativa, y cuya única salida
era la lucha fatalmente continua. Por supuesto sus críticos le echan en cara
cierto pesimismo antropológico al no ofrecer un modelo de convivencia
liberadora posible. Para salvar este escollo los foucaultianos han descubierto
recientemente que en una de las últimas lecciones del Colegio de Francia hay
una propuesta de sociedad no represiva. O sea que Foucault sí ofrece una
solución y llevamos medio siglo malinterpretándolo.
Una vez más, la
anécdota convertida en revelación de última hora.
Que el autor no es
su obra es una verdad de pero grullo, pero es que la obra tampoco es la obra;
la obra es su recepción. Una pesquisa que obligue a replantarse lo que se daba
por supuesto de un autor puede ser interesante para los estudiosos específicos
del mismo, pero no para la historia de la filosofía, o para la historia en
general. Ortega, Husserl y Foucault son más importantes que sí mismos.
Trascendieron sus ámbitos y calaron más allá de cualquier especialización. Si resultara que ahora descubrimos que Ortega
fue devoto de la Virgen de la Merced desde niño, que Husserl tenía una doble
vida como agente realista encubierto, o que Foucault suscribía en secreto los
ideales de la era de acuario, no nos importa ya. Nada cambiaría. No hay
reescrituras retroactivas. Por supuesto
hay que evitar perseverar en el error y seguir con interpretaciones
equivocadas, pero el error es ya historia, ha acontecido; y por ello es incluso
más verdad que la verdad que estaba oculta en un misterioso cajón desde quién
sabe cuándo.
1 comentario:
Genial la Virgen de la Merced en esta puntualización tuya. Podemos llevar a los muertos donde nos de la gana en su recuerdo y en su obra, ellos fueron donde fueron, releerlos desde todos los puntos de vista nos enriquece pero la tontería de que piensen en todo como nosotros nos hace ridículos y sectarios
Publicar un comentario