6.10.18

El cosmos fallido de los godos, de José Luis Villacañas



(reseña publicada en Revista de hispanismo filosófico)

José Luis Villacañas (Úbeda, 1955) es uno de los pensadores españoles actuales más interesantes e ineludibles. Publica con apabullante regularidad y se pueden encontrar varios de sus trabajos en la sección de novedades de cualquier librería. El que nos ocupa ahora es la primera entrega de lo que promete ser una obra de referencia compuesta por 21 volúmenes, La inteligencia hispana (Ideas en el tiempo), un repaso histórico de las concepciones y las maneras de ejercer el poder que ha habido en el orbe hispánico desde la caída del Imperio romano.
Este volumen inaugural, El cosmos fallido de los godos, contiene una introducción donde el autor desgrana los planteamientos de la obra general, y donde afirma que la gran incógnita histórica de España es que no ha conseguido conformarse como nación a pesar de que tenía más facilidades para ello que otros países mucho más recientes y que sin embargo han tenido más éxito dando ese paso.
Refractario a cualquier interpretación esencialista y aun ontológica de España, propia del primer Ortega por ejemplo, Villacañas explica la problemática española como Koselleck explicaba la de Alemania: con la idea de “nación tardía”, es decir, una nación que se describe mejor desde sus heterogeneidades políticas y desde su dificultad para encuadrarse en los esquemas de homogeneidad y democracia que se tienen como característicos de la modernidad europea.
Para entender por qué España es una nación tardía hay que quitar “poesía”  a los discursos legitimadores de las élites, y entender cómo funcionan estas formas de poder que incapacitan para los proyectos colectivos. Aquí es donde van a aparecer los tres grandes conceptos vertebradores que Villacañas propone como centrales en su estudio de más de mil quinientos años de la inteligencia hispánica: las prácticas, dispositivos que serían relativamente constantes; los hábitos, dimensiones subjetivas que legitiman las instituciones; y el estilo, que sería el ethos que aflora en las reacciones ante casos concretos.
Siguiendo con la metodología, el autor dice que va a ser necesario que el lector tenga clara la diferencia entre los idealia, que son construcciones teóricas y simbólicas, y que como tal solo pueden ser comprendidos; y los realia, que son los hábitos y prácticas, y en consecuencia tienen que ser explicados. Lo ejemplifica con la idea de nación, que ha podido aparecer como ideal infinidad de veces en los documentos históricos, pero eso no quiere decir que llegara a cuajar como objeto real.
En cuanto a  El cosmos fallido de los godos en sí, estamos ante una descripción del dominio en la Península esta casta germánica. Villacañas desmonta muchas de las ideas comúnmente aceptadas de este período. Siguiendo el esquema conceptual anunciado en la introducción, demuestra que los godos no llegaron a unificar realmente Hispania, en parte porque no entendían la idea de reino. Ellos llegaron para ser prefectos de Roma, y cuando el Imperio cayó no encontraron un nuevo imaginario que lo sustituyera. Solo Leovigildo, ya a finales del siglo VI, tuvo algún conato de convertirse en un auténtico rey, en este caso de inspiración bizantina, pero su ejemplo solo sirve para probar la debilidad política de sus antecesores.
Los godos no se integraron y no se hicieron realmente hispanos por varios motivos. Les perjudicaba el arrianismo, que era una religión cerrada y étnica frente a la apertura del catolicismo de los oriundos. Tampoco su origen nómada, que produjo una forma de organización política inestable, la monarquía electiva, inapropiada cuando se trata de asentarse en un territorio. Y sobre todo, los godos nunca vieron un populus a su alrededor, sino siervos, por lo que nunca creyeron necesario establecer cauces políticos comunes.  Por supuesto, su rápida caída ante el embiste musulmán solo puede explicarse por la ausencia total de apoyo entre la población nativa y su falta de cohesión como grupo dirigente.
El cosmos fallido de los godos es una lectura muy recomendable, y como todo buen texto desordena nuestras asunciones y nos obliga a pensar un poco más profundamente. Si tuviéramos que plantearle alguna enmienda sería solo hacia la edición de Escolar y Mayo, buena en general, pero con algunos errores tipográficos demasiado estridentes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde el cole en que aprendí la lista de reyes godos como si fuera el listin telefónico y el poema de don Rodrigo que me se casi de memoria y del que me creo que se muere por donde mas se peca...no había vuelto a pensar en godo alguno.
Me propongo el libro para estos puentes ...veremos como lo encajo en mi realia