Nick
Land dice que estamos atravesando una era proteica y acelerada en la que se
engendran cada vez más y mejores formas de inteligencia. Creo que lo que ha
sucedido en internet en general y con youtube en particular es un ejemplo de
esto. Hablamos de una plataforma que empezó en el 2005 y en la actualidad es toda una
industria de la que vive gente jovencísima que solo ha necesitado de su talento
para despuntar.
Concretamente
en España hay 1000 youtubers ganándose el jornal con esto. Por supuesto que encontramos algunos canales casposos, pero
no todos son así. Fijémonos sobre todo en un fenómeno fascinante, el de la
cantidad de youtubers que hay capaces de divulgar con amenidad unos temas con
frecuencia complicados. Y para escándalo de los elitistas culturales de
pandereta, el hecho de que no sea raro que tengan audiencias millonarias
demuestra que los de la plebe hispánica estamos dispuestos a consumir calidad
cuando no nos la presentan como un ejercicio de retorcida pedantería.
Citaremos
algunos ejemplos entre centenares posibles para ilustrar este hecho: un chico
llamado Jaime Altozano tiene un canal donde revela cosas seguramente básicas
sobre música, pero que los profanos recibimos como una amable lección
introductoria; el vídeo en el que analiza la banda sonora de Interstellar roza el millón de
visualizaciones. Una experta en arquitectura, Ter, nos explica, a propósito del
culo de Kim Kardashian, quiénes fueron Euclides y Le Corbusier, y ya nunca lo olvidaremos
(frisa el medio millón). El físico de Date un voltio bosqueja lo que es la
antimateria y consigue hacerlo medianamente inteligible para más de medio
millón de visitantes. Un tipo
curiosísimo, Antonio García Villarán, se dedica a desmantelar el turbio negocio
de lo que él llama el “hamparte”, desmitificando a los grandes popes del arte
contemporáneo, y su vídeo contra Miró se aproxima a los setecientos mil…
A
propósito de éste último, y como una muestra tal vez baladí, ¿de verdad la
celebridad de Miró sale impoluta después de esto? La idea de que es un artista
sobrevalorado ha llegado a más gente hoy que cualquier posible exaltación
museística o especial de La 2. Desconozco el mundo del arte y sus impermeabilidades
a lo que se dice en la calle, pero Antonio García Villarán, que no es más que
un tipo solitario y excéntrico en el salón de su casa rajando delante de una
cámara, ha desautorizado en 18 minutos y 56 segundos varios años de política
estatal destinada a convertir la obra de Miró en un imaginario prestigioso de
la España democrática.
Lo
que nos lleva a otra de las características del fenómeno youtubers. Su
condición de “influencers” en cuestiones políticas y sociales. Hace años, para
poder posicionar ideas en una sociedad había que tener un carísimo canal de
televisión, que además necesitaba permisos gubernamentales que siempre se
podían negar o rescindir. Hacerlo era algo que solo podían permitirse desde el gran cotarro político económico.
Ahora
solo hace falta un ordenador. Un tipo tan soso y simplón como InfloVlogger pasa
del medio millón. Otro bastante más carismático pero sin muchos más medios como
Un tío blanco hetero contradice las políticas de género y en solo un mes tiene
doscientas mil visitas a su vídeo sobre el escandalito de la canción de Mecano.
Los tres amigos con camisas hawaianas de VisualPolitik tienen ya casi un millón
de subscriptores, o sea, de leales seguidores, y sus vídeos raramente bajan de
los doscientos mil visionados.
Por
cierto que el último vídeo de ellos es especialmente inquietante. Nos informan
de que una posible legislación de la Unión Europea puede cerrar la mayoría de
los canales de youtube por una cuestión de derechos de autor. No es seguro,
pero el mero hecho de que se considere viable ya provoca temor.
Nick
Land decía también que el reverso de la economía privilegiando inteligencias
creativas es que el poder político está cada vez más paranoico y asustado.
Esperemos que este no sea el caso y no ahoguen tantas voces libres.
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