7.4.19

viernes

Cuentan los viejos que el McDonald´s de la Red de San Luis donde ahora estamos fue en tiempos remotos una cafetería elegantosa frecuentada por diletantes.
A Charlie eso no le interesa. Le basta con los helados baratos y poder mirar impunemente a los paseantes a través de los ventanales. Está nervioso. Hoy toca presentarme a su prometida. Me acaba de contar que se va a casar, que ya toca, y que lo va a hacer con la tal Nicola. Dice que no es especialmente guapa ni lista, pero que ella le necesita y eso es suficiente. Me explica que sus amigos le advierten de que no se case con una puta del Este sin papeles, que va a por lo que va, que se va a poner como una vaca en cuanto se case, que se va a traer a toda su familia desde los Balcanes, que tendrá que cargar con ellos y que luego si quiere divorciarse ella le dejará sin dinero. Él dice que entiende todos esos argumentos, y que probablemente sean ciertos, pero que el matrimonio es siempre una mierda y casándose ahora por lo menos será una mierda diferente a la convencional y burguesa que tuvieron sus padres.
-Ya llegó- me anuncia.
Señala a una chica de jersey histéricamente rojo y mallas de leopardo que sube por la calle Montera. Charlie se levanta, le hace gestos a través del ventanal y consigue captar su atención. Ella nos ve y sonríe. Charlie sale a buscarla y entran felices del brazo.
-Esta es Nicola- me informa.
Nos sentamos. Charlie cuenta que se conocieron un día por la noche. Él estaba solo y cachondo, tenía algo de dinero. Tras un encuentro de quince minutos decidió que iba a sacarla de la calle. Ella apenas entiende español. Le chapurreo en inglés que mi amigo quiere encargarse de ella, que va a buscarle trabajo y que le propone que vivan juntos. Ella parece feliz, pero también desconcertada. Dice que hará falta dinero, mucho dinero, para que ella pueda irse con él. Charlie ya ha pensado en ello. Está en el paro y es todo deudas, pero tiene un plan: va a vender el cortijo de su abuelo. Parece convencido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Empezar recordando una cafetería de señoronas y acabar vendiendo el cortijo del abuelo, dejando la vida con su emoción amorosa en medio ,con sus decisiones locas, esas que dan un giro a la biografía de uno y le permiten apostar por quienes buscan el futuro como sea, sabiendo que perder esta garantizado, pero que es peor no apostar y jugarse esta partida en un Mc´Donald no esta mal como síntesis de nuestra ciudad.
Ni imagino como le buitrearan los lugareños el cortijo a un hombre como el, y como se ira de su lado Nicola para seguir mandando dinero a casa.

Anónimo dijo...

He mirado en WP y la sala Mc´Donald era la joyería Alexandre, la cafetería creo que se llamaba Rialto, estaba en los bajos del cine de al lado. El edificio de la joyería tiene según Wp una historia curiosa y el del cine también.Por lo visto la asociación de prensa tenia un piso allí, y recibieron una de las primeras bombas del 36,pareceque antes de las señoronas se reunían en esa cafeteria los intelectuales antifascista, o los periodistas que cubrían la guerra, vaya usted a saber. En fin que la historia de los edificios es la nuestra, van en paralelo a nuestros avatares.En esa esquina pasa de todo y lo que ahora toca son multis de comida rápida, parados,putas del Este y liquidación del mundo de los abuelos, nos guste o no a los testigos.