Esta pandemia ha
situado a la filosofía en un ínterin. No sabemos qué vendrá, pero tenemos la
certeza de que mucho de lo que hasta ayer era vigente hoy ha pasado a ser
objeto de estudio para la historia de la disciplina. Desde luego en el tema de la filosofía
política no parece muy aventurado dar por finiquitada a la corriente
neogramsciana de Ernesto Laclau y otros. Está claro que los juegos de poder, y lo
de la hegemonía y el control propagandístico, no vale para nada si cuando
llegas al gobierno eres un político mediocre y demagogo. Ni un géiser de
“significantes vacíos” puede tapar tal sangrante ineptitud para la gestión pública.
Lo que sí que sería
complicado es saber hacia dónde irán ahora estas disquisiciones. Viendo los
visos que está tomando la situación, igual sí puede suceder que algunos autores
no especialmente famosos pasen a tener un nuevo protagonismo. Si la política se
convierte en “una dialéctica de lucha entre Estados”, por decirlo con palabras
de Gustavo Bueno, y se trata de resistir desde el Estado-nación, igual Enrique
Dussel, por ejemplo, se convierte en una referencia.
Dussel nació en
Argentina hace 85 años, pero en 1976 tuvo que exiliarse en México y desde
entonces vive allí. Sus primeras incursiones en la filosofía y la militancia
política fueron a través de los grupos cristianos de izquierda, y todavía hoy
se nota aquella influencia y el peso de Jerusalén, mucho más que el de Atenas, en
su obra filosófica. Viajó mucho y se implicó en inúmeras causas que combatían
la pobreza. El pobre, el otro excluido, es fundamental en su sistema de
pensamiento; y sobre todo el otro excluido como geografía continental, ahora
como Latinoamérica toda excluida de la historia eurocéntrica (algo que
proyectado en la epistemología, impone una colonialidad de saberes ajenos sobre
la filosofía genuinamente latinoamericana).
Su empresa
intelectual es nada menos que crear una filosofía de la liberación para
decolonizar el continente. Para ello se necesita un corpus teórico innovador,
pero enraizado en la historia local, con nuevas categorías metafísicas,
políticas, económicas y estéticas. Empresa titánica que le ha llevado a
escribir mucho, casi en exceso, y sobre muchas disciplinas. Hay textos suyos
que son reiterativos y con una jerigonza filosófica más propia de un elitista académico
francés que de alguien que quiere movilizar a los indígenas, pero cuando es
medianamente claro sus propuestas son nutritivas y dejan huella. No se lee
impunemente a Dussel; es complicado regresar tal cual a la filosofía canónica
tras pasar por él.
La problemática
subsiguiente es la utilización política que se puede hacer de su filosofía de
la liberación. Él afirma querer superar el marxismo y no se encuentra a gusto
con los populismos al uso, sin embargo su referente era Evo Morales y por
internet circulan vídeos de su reciente apoyo a Maduro. Obviamente, nuestra fascinación
por su obra descarrila en ese punto. Y por otro lado, como él mismo reconoce
que ya ha sucedido, el populismo derechista también puede reutilizar la
filosofía de la liberación como instrumento nacionalista (algo similar a la
Nueva Derecha francesa, que convirtió al “indígena” europeo en el sujeto
colonizado que lucha por su independencia).
Nosotros nos
quedamos con lo que tiene de momento de liberación la filosofía de la
liberación, despreciándola, aun contra el propio Dussel, cuando se convierte en
máscara de sátrapas y adalides identitarios.
Pero inevitablemente, si estamos como parece en una era de reforzamiento
de los estados y cierto repliegue de las culturas sobre sí mismas, diversos
pensadores volverán su atención hacia Dussel desde distintas agendas políticas.
Es un pensamiento tan rico y amplio que da para ello.
Desde España además
eso puede dar lugar a debates interesantes. Nuestro país tiene una importancia
mayúscula en la “arquitectónica” decolonial de Dussel. La epistemología
occidental ha trasladado el nacimiento de la modernidad al norte de Europa,
ocultando al primer Estado moderno, aunque todavía preburgués, artífice desde
1492 de la primera de las cuatro fases de la modernidad (con todo lo que de
genocidio y horror tiene la modernidad para Dussel, claro). Obviamente es un
autor despreciativo con el legado español; pero parece suscribir, desde su locus
regional, el temor de que cuando desde la cultura imperial se dispara contra
España, Latinoamérica no sale indemne.
Sus libros circulan
más o menos por internet, pero además la Editorial Las cuarenta está publicando
la obra completa. Llevan tres volúmenes de momento, pero seguramente habrá una
docena o más; parece que es un proyecto a largo plazo y sin un plan definido,
ya que Dussel sigue escribiendo.
El primer volumen
de esta obra completa, En búsqueda del sentido, es una buena
presentación del autor. Tiene distintas partes. La primera es un texto
homónimo, una suerte de autobiografía intelectual en el que explica el contexto
y motivaciones de sus grandes libros (Filosofía de la liberación, los
tomos de Ética de la liberación, las dos partes de Política de la
liberación…), así como los maestros que tuvo (Levinas, Ricoeur, Zubiri,…),
sus viajes de juventud y sus estudios en distintas universidades. Es una
lectura accesible e introductoria al resto de sus libros; lastimosamente Dussel
no tiene una prosa grata, pero hay que asumir que exigirle destreza narrativa a
un filósofo, aun cuando escribe un género tan agradecido como el
autobiográfico, es pedir un imposible.
Los cinco textos
que le siguen hacen justicia al subtítulo del volumen, Sobre el origen y
desarrollo de la Filosofía de la liberación, y son también buenas introducciones
a la materia. Además algunos están escritos recientemente, por lo que
establecen ciertas comparaciones y diálogos con otros campos de la teoría
postcolonial actual, poniendo el acento en los debates de nuestros días.
No podemos
garantizar que Enrique Dussel vaya a pasar a ser el filósofo cool sobre
el que versen la mayoría de tesis doctorales del próximo lustro, destronando
así a Foucault o Deleuze, ni que hablar de “liberación” o “decolonial” vaya a
ser la nueva tendencia cultureta de la próxima década, pero sí creemos que
habrá un mayor interés en su obra.
Y En búsqueda del sentido es un buen
modo de entrar en ella.
1 comentario:
Gracias no solo por la recomendacion que seguire,al menos la auobiografia espero leerla antes de que termine el arresto domiciliario, tambien por dos frases tuyas que dejan pensando y apuntan con agudeza a la diana: "Geiser de significantes vacos que no puede ocultar la inepetitud para la gestion politica"
"Satrapas y adaliudes identitaros" a los que dar cobertura es complicida en la opresion"
Esta claridad de exposicion ayuda mucho.
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