27.8.20

La belleza, de Roger Scruton

La Estética es una disciplina filosófica que tiene su correspondiente asignatura en la carrera. Yo la cursé con el gran pope nacional en la materia, y la verdad es que todo lo que entendí es que era una especie de reflexión sobre el arte que entretenía mucho a tipos crípticos y relamidos. Todos mis acercamientos posteriores han sido igual de decepcionantes.

Si hay una rama de la filosofía donde el idealismo alemán ha hecho estragos es la Estética.

Ha llegado a mis manos La belleza de Roger Scruton. Reviso las bibliografías recomendadas para la asignatura de un par de Facultades de filosofía y no aparece. Aunque sí está en ambas como manual principal el libro del señor pesado que me dio clase hace años, acompañado por otros textos postmodernos insufribles y algún que otro marxista ininteligible. De hecho, con tal panorama, que Scruton no aparezca referenciado empieza a parecerme buena señal.

En efecto, La belleza es una pequeña maravilla. Breve, no demasiado profundo, explica bien lo que se propone transmitir. Aunque no termina de acuñar una definición que podamos citar a discreción, tras leerlo terminamos teniendo una idea de lo que significa la belleza, o sea, terminamos atesorando nociones de estética.

Roger Scruton, que falleció hace poco, era un filósofo próximo al partido conservador británico. No he leído nada más de él, pero este libro invita a corregir esa carencia. Es agradable tratar con alguien que no considera que el mundo es un basurero que no está su altura intelectual. No anhela incendios y el fin del Occidente, más bien parece un tipo feliz, enamorado de las cosas hermosas y bien hechas, a las que quiere salvar para las generaciones venideras.

Aunque evita las confrontaciones y no hostiliza a nadie en sus páginas, es evidente que Scruton toma partido en la lucha política (o sea, estética) de nuestro tiempo. Frente al arte nihilista, hegemónico en las últimas décadas, que busca epatar al espectador y deconstruir el canon artístico occidental, hay una defensa de la belleza como categoría ontológica. La belleza para Scruton es una condición metafísica, es la armonía con la existencia, o sea, es lo contrario al resentimiento imperante. No es lo mismo lo que engrandece al ser humano que lo que lo degrada, ni todas las creaciones artísticas merecen la misma valoración.

En estos tiempos de polarización y virus es grato leer a alguien descomplicado que solo quiere regocijarse “en la belleza mínima de una calle sin pretensiones”, leer buena poesía y ver películas de Bergman. Porque es cierto que satura el afán por crear vanguardismo antihumanista, las performaces escatológicas, y la bilis política en todo punto donde emana cultura. 

Uno a estas alturas ya solo quiere tumbarse en un parque y escuchar a los pájaros cantar sin que alguien le vomite postmodernidades.


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