Ramiro de Maeztu,
biografía de un nacionalista español de Pedro Carlos
González Cuevas es un recorrido por la trayectoria intelectual del relegado
autor noventayochista. Por supuesto que aporta los inevitables hitos vitales y
alguna que otra anécdota, pero el libro se centra sobre todo en su semblanza
como pensador. El autor es un profesor de la UNED, solvente y de probada valía,
que además tiene cierta pericia estilística. No hay mucho escrito sobre Maeztu
en los últimos años, pero desde luego con esta obra, y con el estudio que le
dedicó José Luis Villacañas no hace mucho y que aquí es explícitamente rebatido,
hay bastante con lo que trabajar.
Maeztu es un autor
obviamente anatemizado por el canon progre, pero eso no merma su interés,
aunque tan solo sea histórico. Es sin duda uno de los autores más influyentes
del siglo XX. Su obra madurez fue nutriente ideológico del bando rebelde en la
Guerra Civil, y sin embargo fue su obra de juventud, más templada, la que
influyó a los tecnócratas del último franquismo. Aunque no guste decirlo en
alto, pocos pensadores han dejado tanta huella política como él.
Sus aportaciones fueron
muchas y alguna de gran actualidad. Una muy llamativa que señala González
Cuevas es que mientras los intelectuales españoles han vivido deslumbrados por
lo alemán y francés los dos últimos siglos, Maeztu fue el primero que empezó a defender
lo inglés y aun lo norteamericano por estos lares. Para él no había que
afrancesarse culturalmente ni irse a Alemania a aprender a filosofar; todo lo
necesario estaba en tradición propia, y solo hacían falta ciertos injertos
anglosajones. Básicamente había que aprender a hacer un capitalismo industrial y
nacional competitivo, y como lector de Max Weber, sabía que eso pasaba por
enseñarle a los católicos que hacer dinero no era necesariamente pecaminoso
(Maeztu se propuso crear una élite capitalista y católica, y viendo al
empresariado español actual, vemos que también en eso tuvo éxito).
Algo admirable de este
pensador es que no rechazó pensar el asunto económico, como suelen hacer sus
pares. Ante el desafío del capitalismo industrial, o la “era de la técnica” en
términos más finolis, que configuraba las naciones europeas, él decidió que
había que domeñar al león y servirse de él. Había que poner la economía a trabajar
para la nación. Porque frente al progreso material, que orilla a los hombres de
letras, se puede filosofar en posición fetal y lloriquear sobre cómo olvidamos a
no sé qué ser metafísico y que qué malo es el neoliberalismo, o se puede ver
qué hay de liberador en los tiempos que corren, y construir desde ahí.
Por ejemplo, hoy no
vemos muchos pensadores mainstream estudiando la economía digital como
Maeztu sí pensó en su época la irrupción del capitalismo industrial. Ahora está
la omnipresente monserga anticapitalista de siempre, que no ofrece
alternativas, y que con su maximalismo ignora la realidad diaria: la cuestión
laboral que es la relación del trabajador con su empresa, y de las empresas a
su vez con el Estado. Los teóricos del corporativismo, de los que Maeztu era un
paradigma, sí entendían que una actividad que devora la mayor parte de la vida
cotidiana de las personas merece más estudio y desarrollo, porque es una parte fundamental
de la existencia humana.
Trasladado a nuestros
días, si la pequeña y mediana empresa ya no es competitiva, y el empleo público
ineficaz y despilfarrador, solo nos queda asumir que el futuro pertenece a las
grandes corporaciones. Entonces el tema sobre el que tendrían que pensar los
intelectuales es cómo convertir ese escenario en promisorio. O sea, buscar los
espacios de emancipación en las coordenadas de lo real; cualquier otra cosa es
complacencia vendehumos de académico bien pagado.
En cuanto a su vida, de
este libro aprendemos que Maeztu sobrevivió como periodista y que nunca pudo
permitirse vivir de ser intelectual. Tal vez eso le liberó de cierta impostura
snob que le da autenticidad a su obra. Una obra que por cierto no es fácil de
conseguir, salvo dos o tres libros reeditados hace poco. Hay que buscar en
bibliotecas o libros de viejo. Merece la pena hacerlo. Y como guía de lecturas,
este Maeztu, biografía de un nacionalista español y aquél Ramiro de
Maeztu y el ideal de la burguesía en España de José Luis Villacañas, son
impagables.
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