20.1.21

¿Sólo un dios puede aún salvarnos?, de Javier Rodríguez Hidalgo.

 

Ediciones El Salmón es una pequeña editorial que poco a poco ha pasado de ediciones modestas vendidas en librerías amigas a distribuirse en grandes superficies. Sus libros suelen ser ensayos más o menos orientados hacia la crítica de la civilización industrial. Tienen por ejemplo una colección llamada El martillo de Enoch que homenajea a los ludditas y que se centra en cuestionar la tecnología moderna. En ella apareció en el año 2013 ¿Sólo un dios puede aún salvarnos? Heidegger y la técnica, de Javier Rodríguez Hidalgo.

El libro es corto, tiene poco más de cien páginas. Se publicó primero como artículo en una revista francesa. Lastimosamente aparece como agotado en la página de la editorial, pero aun así creemos que merece la pena hablar de él, aunque sólo sea para favorecer modestamente su reedición.

Como bien indica el subtítulo, estamos ante un análisis crítico a las contribuciones de Martin Heidegger al tema de la técnica. O sea, que se atreve contra una vaca sagrada de la filosofía. Su osado autor Rodríguez Hidalgo (Vizcaya, 1978), que según la breve información de la cubierta, tiene bastante experiencia en militancias ecologistas y es traductor de Lewis Mumford.

Se ve que ha hecho mucha investigación sobre lo que han dicho otros autores menos célebres en el siglo XX sobre la tecnologización de la sociedad contemporánea, y concluye que el legado de Heidegger es un lastre en comparación. Sin la presión académica, el dirigismo de las editoriales y cierta inercia intelectual igual los estudiosos hubieran puesto el foco en otros autores como Jacques Ellul o el propio Mumford, y seguramente las reflexiones sobre de la técnica hubieran dado muchos mejores frutos. Pero el infundado prestigio del alemán como filósofo de la técnica (casi no escribió sobre el tema) ha hecho que sus seguidores posteriores se hayan perdido en “una reflexión en circuito cerrado en torno a la técnica y el olvido del Ser”, esquinando a otros pensadores que desde luego tenían más profundidad.

Heidegger sostiene una visión “precapitalista” y nada sistemática del tema. Refractario a los ejemplos concretos y amante de las generalidades, habla del uso del martillo, y no del coche (O también se podría decir que sigue hablando de la técnica primigenia cuando el tema en el siglo XX es ya la tecnología industrial con base científica).

La diatriba contra Heidegger está bastante bien trabajada y es evidente que Rodríguez Hidalgo sabe cómo lanzarla. Aquí ni siquiera Ser y tiempo sale indemne, ya que su canonización ha generado que otros filósofos se hayan dedicado al sinsentido de “extraer grandes conclusiones a partir de un único sentimiento”, como hacía el maestro con la angustia o el aburrimiento. Heidegger sale reflejado en estas páginas con un parlanchín que no tenía ni idea de economía ni de tecnología, y que hace girar en torno a intuiciones poco elaboradas sistemas

Aunque no desarrolla el tema, Rodríguez Hidalgo sí señala que la influencia heideggeriana en Francia ha sido especialmente nociva, ya que es desde París desde donde se marcan las modas intelectuales. Quedaría pendiente, creemos, que alguien haga un estudio sobre el tema. Además de otras aproximaciones críticas a Heidegger desde ámbitos concretos, como aquí se hace desde la técnica, ya que “los circuitos cerrados” a los que arroja la jerigonza heideggeriana no se limita a este campo.  


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