Ediciones
El Salmón es una pequeña editorial que poco a poco ha pasado de ediciones modestas
vendidas en librerías amigas a distribuirse en grandes
superficies. Sus libros suelen ser ensayos más o menos orientados hacia la
crítica de la civilización industrial. Tienen por ejemplo una colección llamada
El martillo de Enoch que homenajea a los ludditas y que se centra en cuestionar
la tecnología moderna. En ella apareció en el año 2013 ¿Sólo un dios puede
aún salvarnos? Heidegger y la técnica, de Javier Rodríguez Hidalgo.
El
libro es corto, tiene poco más de cien páginas. Se publicó primero como
artículo en una revista francesa. Lastimosamente aparece como agotado en la
página de la editorial, pero aun así creemos que merece la pena hablar de él, aunque
sólo sea para favorecer modestamente su reedición.
Como
bien indica el subtítulo, estamos ante un análisis crítico a las contribuciones
de Martin Heidegger al tema de la técnica. O sea, que se atreve contra una vaca
sagrada de la filosofía. Su osado autor Rodríguez Hidalgo (Vizcaya, 1978), que
según la breve información de la cubierta, tiene bastante experiencia en
militancias ecologistas y es traductor de Lewis Mumford.
Se ve que ha hecho mucha investigación sobre lo que han dicho otros autores menos
célebres en el siglo XX sobre la tecnologización de la sociedad contemporánea,
y concluye que el legado de Heidegger es un lastre en comparación. Sin la
presión académica, el dirigismo de las editoriales y cierta inercia intelectual
igual los estudiosos hubieran puesto el foco en otros autores como Jacques Ellul
o el propio Mumford, y seguramente las reflexiones sobre de la técnica hubieran
dado muchos mejores frutos. Pero el infundado prestigio del alemán como
filósofo de la técnica (casi no escribió sobre el tema) ha hecho que sus seguidores
posteriores se hayan perdido en “una reflexión en circuito cerrado en torno a
la técnica y el olvido del Ser”, esquinando a otros pensadores que desde luego
tenían más profundidad.
Heidegger
sostiene una visión “precapitalista” y nada sistemática del tema. Refractario a
los ejemplos concretos y amante de las generalidades, habla del uso del
martillo, y no del coche (O también se podría decir que sigue hablando de la
técnica primigenia cuando el tema en el siglo XX es ya la tecnología industrial
con base científica).
La
diatriba contra Heidegger está bastante bien trabajada y es evidente que
Rodríguez Hidalgo sabe cómo lanzarla. Aquí ni siquiera Ser y
tiempo sale indemne, ya que su canonización ha generado que otros filósofos
se hayan dedicado al sinsentido de “extraer grandes conclusiones a partir de un
único sentimiento”, como hacía el maestro con la angustia o el aburrimiento. Heidegger
sale reflejado en estas páginas con un parlanchín que no tenía ni idea de
economía ni de tecnología, y que hace girar en torno a intuiciones poco
elaboradas sistemas
Aunque
no desarrolla el tema, Rodríguez Hidalgo sí señala que la influencia
heideggeriana en Francia ha sido especialmente nociva, ya que es desde París
desde donde se marcan las modas intelectuales. Quedaría pendiente, creemos, que
alguien haga un estudio sobre el tema. Además de otras aproximaciones críticas
a Heidegger desde ámbitos concretos, como aquí se hace desde la técnica, ya que
“los circuitos cerrados” a los que arroja la jerigonza heideggeriana no se
limita a este campo.
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