10.12.11

cienciología


Nunca había prestado atención a la Cienciología, pero aquí en Los Ángeles son omnipresentes y dominan el distrito. Los únicos edificios cuidados y bonitos son suyos. Hay una veintena de centros más o menos relacionados con este grupo y todas sus actividades son gratuitas.
Los Ángeles es tan caro que duele. Y en Hollywood, donde vivimos, además no hay mucho que hacer.
Así que Charlie, el Chino y yo hemos pasado algún tiempo con ellos.
Las oficinas centrales de esta organización mundial están en Hollywood Boulevard.
Es un edificio histórico alto, muy bien conservado, de fachada marrón y acabados blancos. Desde el principio todo son sonrisas y simpatías por parte de las recepcionistas, que nos guían en la primera planta por el museo sobre Ron Hubbard, el padre fundador.
Hay fotografías de él por todas partes, citas suyas talladas en bronce y libros. Este señor escribió cientos de libros -la mayoría novelas pulp de vaqueros o extraterrestes-, y viajó y estudió muchísimo. Tras reposar tantas lecturas y millas, orientó su sabiduría hacia la creación de una nueva religión. Pregunto a la recepcionista, una chica sueca muy guapa, si le consideran un mesías o algo así y me dicen que no, que sólo era un tipo muy inteligente.
Al final de la excursión tenemos el lector dienético. Es un aparato verde ovalado y no muy grande con dos mandos y una aguja que fluctúa. Hay que agarrar los mandos y esperar instrucciones. Una imperceptible carga eléctrica atraviesa nuestro cuerpo. La recepcionista indaga sobre nuestras fobias y aunque no respondamos la aguja delata lo que pasa por nuestra cabeza. Si preguntan por el trabajo, por ejemplo, y uno está contento con él, la aguja no se mueve. Pero si odia a su jefe o se siente minusvalorado, la aguja se revuelve con violencia.
Mi aguja estaba reposada ante el tema laboral, la autoestima y el amor (su ausencia, supongo), pero fue mentar a la familia y aquello se volvió loco.
A Charlie, en cambio, que no hace mucho se pegó con su padre, la familia no parece preocuparle. La suya tiritó cuando le preguntaron por su situación financiera (suerte que no me preguntaron a mí)
Y luego está el Chino. Es el ser sin sangre en las venas. La guía se pasó cinco minutos preguntándole por distintas facetas de su vida, pero nada perturbaba el indicador. La sueca llegó a pensar que la máquina se habría estropeado. Al final el Chino la tranquilizó, y le explicó que vive en paz con el mundo, que nada le afecta.
Ataraxia se llama eso.
O falta de cerebro.
Los cienciólogos también tienen en Sunset Boulevard un museo de la psiquiatría muy interesante. Odian esta rama de la medicina. Según parece, cuando Ron Hubbard publicó su libro de autosuperación Dienética -piedra angular de la Cienciología- la sociedad de psiquiatría americana lo descalificó y los cienciólogos todavía no lo han perdonado. Para ellos la psiquiatría es una ciencia de la muerte y recetar medicamentos para problemas psicológicos una aberración. De ahí una de las polémicas de Tom Cruise, que le reprochó a Brooke Shields tomar pastillas contra la depresión.

El caso es que el museo está bien. Tiene partes muy foucaultianas y da datos muy curiosos sobre las negligencias psiquiátricas y el control social que estos médicos ejercen.
En otro de los centros hacen tests de personalidad. Hay que responder por escrito a una interminable lista de preguntas y, tras ser analizadas, uno de los guías explica las conclusiones. A mí me tocó un señor muy amable y anciano que, con gesto compungido y creo que de sincera preocupación, me explicó que por mis respuestas yo era un depresivo, agresivo y misántropo que necesitaba un ambiente más saludable donde desarrollarme como persona.
Si bien no pongo en duda las conclusiones, creo que es un poco lo que le dicen a todo el mundo. "Veo tu dolor, tío, únete a nosotros y dejarás de sufrir". Entiendo que quien entre bajo de defensas pueda sentirse cautivado. A Charlie le dijeron más o menos lo mismo y el Chino ni quiso pasar por el cuestionario ¿Para qué?, dijo.
(Luego tienen teatros donde representan las obras de Hubbard, salas de conferencias, librerías y otros sitios, pero eso es menos jugoso y me estoy alargando, así que paso a la moralina)
La Cienciología insiste mucho en la autosuperación y el trabajo duro. Entiendo su relación con gente exitosa. ¿Es una secta? Sin duda. Pero ¿qué no lo es? Desde El Corte Inglés hasta los políticos, desde la moda a los amigos, todo el mundo quiere nuestra alma y nuestra cartera. Si la Cienciología a unos, como la droga a otros, les funciona, pues que lo disfruten.