24.5.17

El estupor del suicidio, de Eduardo Tijeras


Eduardo Tijeras es un misterio. Sabemos que nació en Morón de la Frontera en 1931 y que joven se trasladó a Madrid. Por lo demás, mutismo. No hay datos de él en la Red. Aparece arrastrando tristezas en alguna crónica de Francisco Umbral, que lo presenta como parroquiano del Café Gijón o invitado en algún evento diletante. Sus libros por supuesto están descatalogados. Y sin embargo se encuentran por docenas en las tiendas de segunda mano, muchos títulos y muchos ejemplares, lo que indica que tuvo algún momento de gloria décadas atrás (suficiente gloria como para publicar tan abundantemente y que Umbral le refiera).

Los libros suyos que hemos leído son formidables. Acerca de la felicidad y la muerte es un buen ensayo sobre los existencialismos y Bajo Guadalquivir un retrato inmejorable sobre esas tierras.
 
Y sobre todo El estupor del suicidio, que es una obra definitiva sobre tan desasosegante tema. Muy bien escrito, didáctico y profundo, se nota que Tijeras lo ha leído todo sobre la muerte voluntaria y seguramente ha dedicado años a su estudio. Por supuesto la lectura emana efluvios melancólicos; el autor se deja las entrañas en sus páginas, que vemos como el campo de batalla de un hombre contra sus demonios.

Sin embargo no pierde nunca la rigurosidad, su voluntad académica. La primera parte empieza con las aproximaciones que la sociología y la psicología han hecho al asunto. Luego navega por su presencia en la historia, desde la Antigüedad, cuando el suicidio “era norma” y destino de héroes, a la Edad Media, con la mediación religiosa; termina en nuestra en nuestra época, con románticos, derrotados políticos y vaticinadores de catástrofes saltando a aguas heladas o colgándose en ciudades crepusculares.

La segunda parte es un estudio específico sobre el suicidio de escritores y artistas contemporáneos. Aquí encontramos una lista de creadores que decidieron matarse. Además del interés enciclopédico, que lo tiene, Tijeras aprovecha los distintos ejemplos para desglosar motivaciones, medios y consecuencias de la inmolación. Hay párrafos reveladores, ideas que epatan y argumentos muy bien construidos; quedan desde luego pocos ángulos que tratar.

El viaje termina con un breve epílogo, que resume, y un anexo sobre el suicidio en España, interesante pero seguramente demasiado anticuado (El estupor se publicó en 1980).

Es raro que no se haya reeditado. Hay pocos libros tan buenos sobre el tema; El dios salvaje de Al Álvarez tal vez, pero es más fácil de encontrar. Éste merecería volver a circular en una edición cuidada. Como los otros libros de Eduardo Tijeras, un genial y olvidado escritor.

20.5.17

Ken Kesey

underthenightstarrysky.wordpress.com

Ken Kesey (1935-2001) es un autor muy querido en Oregón, un icono del Estado. Fue biografiado por Tom Wolfe en Acid Test y se convirtió en leyenda. A veces  de hecho sus gestas de gurú hippie oscurecen sus méritos literarios. Sin embargo, Alguien voló sobre el nido del cuco sigue siendo a mi entender una de las novelas más grandes de la -signifique esto lo que signifique- literatura popular del siglo XX.

En español, que yo sepa, sólo tiene otros dos libros traducidos.

A veces, un gran impulso es la segunda novela de Ken Kesey y su preferida. Es incomprensible su orgullo por este desaguisado. La premisa argumental era, sin embargo, prometedora: una familia de leñadores se niega a seguir a sus compañeros en una huelga (los esquiroles como héroes) y siguen trabajando a pesar del boicot al que les someten. Juegan su papel la integridad y el individualismo. Y todo se echa a perder por una prosa experimental en la que los narradores van cambiando sin avisar y una sucesión de anécdotas absurdas que anula toda fluidez. La transcripción cinematográfica de Paul Newman es sin duda mucho mejor. De hecho la película, aquí llamada Casta invencible, es una pieza maestra que debería de considerarse un clásico. Está magníficamente interpretada y tiene unas escenas vibrantes perfectamente construidas. Además, esa intencionalidad tocanarices que tiene todo el metraje, con su elogio del esquirol, o sea de la traición, sigue despertado todavía hoy cierta simpatía incómoda, algo muy difícil de conseguir. 

El tercer libro de Kesey disponible para hispanoparlantes es La caja del diablo, que es una obra menor y prescindible. Se trata de una “novela de relatos”, que podríamos decir por no tener un término más apropiado. Hay un personaje principal, Devlin Deboree, trasunto del propio Kesey, que vive distintas historias, inconexas, sin más hilo conductor que ser personaje principal. Cada capítulo cambia de estilo y tono. Se nota que son relatos independientes que ha cosido como ha podido para poder venderlo como novela. Además las anécdotas de hippies y rebeldes sin causa de la Costa Oeste acaban cansando un poco; las hemos visto y leído ya demasiadas veces.

Ninguno de estos dos libros iguala al pabellón de los locos y su gama de personajes inolvidables.

En Alguien voló sobre el nido de cuco se construye una magnífica parábola sobre las relaciones de poder, los diferentes comportamientos ante la opresión, la servidumbre, el liderazgo y el martirio. La película también es gloriosa, pero la novela presenta todo con algo más profundidad.

Quizá uno de sus mayores activos es su misoginia nada disimulada (una vez más, sentimos simpatía incómoda). Los varones blancos aquí son todos más o menos simpáticos, mientras que las mujeres que presenta son opresivas y aniquiladoras. De hecho el único personaje femenino positivo es precisamente la prostituta. (Podríamos matizar entonces que Kesey no carga contra las mujeres, si nos más bien contra su moral)

Miss Ratched es la Gran Enfermera, la gran ama, el demiurgo cruel que destroza hombres libres; pero es sobre todo una Gran Madre virgen, la castigadora con enormes senos. Luego está su ayudante, integrista católica que se presenta en los sueños del jefe indio (que es el narrador) como tormentosa reprimida.

Y luego está el otro personaje femenino, el más explícitamente castrador, de breve pero intensa presencia, la madre de Billy (que en la película solo aparece mencionado).

Billy Bibbit es el tartaja, el aplastado por su madre, que a su vez es amiga de infancia de Miss Ratched.

El diálogo madre-hijo no tiene desperdicio y suena trágicamente mediterráneo:
  
  Billy hablaba de buscarse una esposa y de ir algún día a la universidad. Su madre le hacía    cosquillas con el vilano y se reía de esas tonterías.
    -Pero cariño, aun te queda mucho tiempo para pensar en eso.
    Tienes toda la vida por delante.
    -Madre ¡tengo t-t-t-treinta años!
    -Cariño, ¿parezco acaso la madre de un hombre de mediana edad?

14.5.17

La ceremonia del porno, de Andrés Barba y Javier Montes


El pensador anarco-sufista Hakim Bey decía que la pornografía es capaz de cambiar vidas porque descubre los verdaderos deseos. Por supuesto la cita se las trae porque se puede contestar que no descubre deseos sino que los configura, por no mencionar que la idea liberadora que subyace en la propuesta también es discutible: el deseo no amplía nuestros horizontes, lo que hace es esclavizarnos y nos acaba arrastrando a ese estado tan célebre de “deseo sin objeto”, que no es más que otra manera de hablar de insatisfacción crónica.

Sin embargo algo hay de cierto en la proposición. La pornografía cambia nuestras vidas, nos habla de quién podemos ser y de la máscara que según Ortega todos llevamos y bajo la que “se retuerce nuestra personalidad erótica”. La pornografía nos interpela, nos descubre quiénes somos y nos hace más nosotros.

Además es un hecho cultural y socioeconómico fascinante. Es un género sin límites definidos. Hay películas de todos los matices y de todos los gustos posibles. Las páginas web especializadas presentan un repertorio abundante de opciones, solo hay que pinchar en la etiqueta que nos atraiga y elegir luego entre innúmeros vídeos de duración variable. Podemos concluir que es un mercado segmentado y plural donde las leyes de la oferta  y la demanda funcionan eficazmente.

De hecho la industria del cine porno mueve más dinero que el cine “normal” de Hollywood. Eric Schlosser, por ejemplo,  en su Refeer Madness estudió la importancia económica del porno, y concluyó que es uno de los pilares del PIB norteamericano.

En consecuencia, y tras unas breves aproximaciones académicas previas casi siempre admonitorias, ahora ya se puede hablar del tema con más o menos neutralidad. Así, aunque al principio de tapadillo, han surgido los porn studies que tratan de explicar el fenómeno.

Hay teóricos que trabajan desde ángulos distintos, como el feminista, el sociológico o el antropológico. Algunos son más sesudos que otros, muchos manejan una jerigonza urticante que aleja a los legos, pero afortunadamente también unos cuantos se pueden entender bien.

Un ejemplo de libro introductorio al tema, accesible e iluminador, es el premio Anagrama de Ensayo del 2007, La ceremonia del porno de Andrés Barba y Javier Montes. Se trata de un texto que requiere cierto esfuerzo, pero se puede con él. Los jóvenes autores explican lo que significa mirar porno, y de vez en cuando sueltan alguna reflexión impagable, como que siempre nos convertimos en otro cuando lo hacemos o aquello de que es una ceremonia privada. Analizan las formas que tenemos de relacionarnos con el género, y alguna de las consecuencias sociales que tiene este nuevo imperio global de la pornografía que ha llegado con internet.

El libro no tiene más de 200 páginas, por lo que es obvio que ningún tema es tratado en profundidad, pero dan pistas suficientes para que profundicemos en lo que más nos interés con un buen aparato bibliográfico. O sea, además es un buen artefacto divulgativo.

10.5.17

Los enemigos del comercio, de Antonio Escohotado



Antonio Escohotado (Madrid, 1941) es uno de los intelectuales más completos que tenemos en España en  la actualidad. Ajeno a las banderías políticas, buen escritor y divulgador, aparentemente lo ha leído todo y de todo sabe bastante.  Además es uno de los pocos pensadores patrios con repercusión internacional; su Historia general de las drogas fue una obra inaugural en su momento, ya que el ámbito del estudio de las sustancias ilegalizadas no se había trabajado con seriedad hasta entonces, y fue traducida con éxito a varios idiomas.

Formado como jurista, sociólogo y filósofo, lleva los últimos años trabajado en cuestiones relacionadas con la economía. Su monumental trilogía de Los enemigos del comercio da razón de ello. El primer volumen se publicó en el 2008 y prometía ser el prefacio de una obra definitiva en la crítica del intervencionismo estatal y la defensa de la libre iniciativa. Era un texto interesantísimo y bien argumentado en la que se explicada la caída del Imperio Romano por su conversión gradual en una economía saqueadora y esclavista, para luego verse relevado por un cristianismo pobrista y mezquino en la Edad Media, igualmente hostil al comercio.

El segundo volumen apareció en el 2013 y se centró en analizar y refutar el marxismo. Menos original y vibrante, tal vez podíamos entenderlo como un puente necesario entre los otros dos volúmenes que se referían respectivamente a la Antigüedad y al mundo contemporáneo.

Sin embargo este año ya tenemos el tercer volumen y conclusión del estudio. Y queda cierta sensación de que Escohotado ha descarrilado. Este libro es más breve que los anteriores y se limita al comunismo en el siglo XX. Por mucho que se anuncie como una crítica a los populismos recientes, estos casi no aparecen. Se suceden los crímenes y errores económicos de la Unión Soviética, y las mentiras e incoherencias de los intelectuales marxistas afines, pero prácticamente no hay espacio para el keynesianismo o los movimientos políticos que hoy se oponen al libre comercio, por mucho que así se anuncie en la solapa del libro. No hay casi siglo XXI en este tercer tomo, lo que no estaría mal si supiéramos que va a ver un cuarto donde ya sí se hable del presente, pero no parece que vaya a ser así.

Cuando apareció el primer libro su editor dijo que si se hubiera publicado en inglés hubiera tenido repercusión mundial. Y la verdad es que se podía suscribir esa opinión sin gran dificultad. Ahora ya no está tan claro. ¿Realmente una cabeza tan brillante como la de Escohotado no podía haber elegido metas de más categoría? Es decir, la historia del comunismo es necesaria, así como exponer sus horrores también. Pero eso tal vez correspondería a otros autores, y no amerita ya tanta dedicación. Pienso que Jean-François Revel ya cumplió en los años setenta y ochenta, con la URSS en su apogeo y siendo el marxismo una filosofía prestigiada, cuando dedicó tantos libros a desenmascarar esta forma de totalitarismo y sus cómplices agitprop occidentales. Pero ahora queda arcaico, hay muchos temas mucho más urgentes.

Si en lugar de centrarse exclusivamente en el comunismo como enemigo del comercio, y hubiera estudiado más bien el comercio y todos sus enemigos, la trilogía si sería más importante y definitiva. Ahora parece un poco una revancha personal a toro pasado, algo facilón para un autor que da para mucho más; o al menos del que esperamos que libre batallas presentes.

6.5.17

Wallerstein

 
http://paginadoenock.com.br

En la actualidad hay dos pensadores más o menos marxistas que están teorizando sobre la globalización desde planteamientos divergentes. Uno es Antonio Negri, que defiende que el planeta ya tiene una organización supranacional, el Imperio, que no tiene fronteras porque está en todas partes; además sostiene los valores universales e ilustrados son buenos, que la tecnología puede ayudar a la liberación; para él de lo que se trata es de hacer la revolución desde donde estamos actualmente, sin marchas atrás, y construir un gran sindicato mundial y que las multitudes tomen el control de la globalización, la reviertan pero no acaben con ella. El otro teórico es Immanuel Wallerstein; para él el Sistema-mundo, que es un mundo pero no es el mundo en su totalidad, presenta todavía grados de integración en torno al Estado central, que hoy es Estados Unidos, como antes lo fue el Reino Unido u Holanda; hay territorios periféricos y otros semiperiféricos, la ubicación define sus políticas; además los valores republicanos liberales y modernos hacen las veces de argumento legitimador del dominio, no son necesariamente los mejores y las subjetividades nacionales o religiosas que se les enfrentan son potencialidades antisistémicas que hay que valorar.

Por supuesto Wallerstein ha sido incorporado como uno de los pilares de la teoría postcolonial y es más leído en los países del Sur. Negri empero tiene más seguidores en el mundo occidental, o fuera de él entre las audiencias más proclives a dejar atrás tradiciones y cosmovisiones locales para incorporarse a la modernidad occidental desde la militancia anticapitalista.

Ambos autores requieren cierto esfuerzo de comprensión, pero no hace falta ser un especialista para digerir sus libros. Son buenos cartógrafos del mundo actual, o al menos de las ideas imperantes sobre el mundo actual. Conocerlos ayuda mucho a entender por dónde van las luchas ideológicas contemporáneas que, aunque pretendamos que nos son ajenas, determinan nuestras existencias.

Negri publica con excesiva frecuencia. Cada año aparecen dos o tres libros suyos no necesariamente interesantes, más bien son vueltas y más vueltas sobre sus ideas clave. Wallerstein en cambio se hace esperar más, al menos en español, y por ello cada novedad suya en las librerías es recibida con más expectación. Este año se acaba de publicar, por fin en nuestro idioma, el cuarto volumen de su monumental historia del sistema-mundo capitalista. El primero de la serie apareció en los años setenta, y fue innovador en su tiempo porque desplazaba el origen de la Era Moderna del Renacimiento al Descubrimiento de América. El sistema-mundo surge con el inicio del capitalismo y la expansión ultramarina, cuando deja de centrarse todo en Europa. Luego, con el paso de los siglos, se producen disputas por ser el Estado hegemónico dentro del mismo, ya que hacen falta diversidad de Estados, y se lucha por la incorporación de los territorios periféricos ajenos al “progreso”.

En El moderno sistema mundial IV. El liberalismo centrista triunfante, 1789-1914 estudia cómo la Revolución francesa y el liberalismo moderado que se configuró posteriormente crearon una narrativa legitimadora del dominio occidental-capitalista del planeta.

Así dicho parece que va a ser una sucesión de tópicos contra la Modernidad y los valores ilustrados, de esos que dicen lo malo que es todo lo que pensamos en Occidente y lo bueno que son los que alaban a dioses de muchos brazos o no dejan que las mujeres conduzcan. Pero la verdad es que solo es así tangencialmente; Wallerstein insiste mucho en que no sabe si las alternativas a lo que tenemos actualmente pueden ser mejores.

De cualquier manera el mejor texto introductorio a este pensador está en la Red y se puede consultar gratuitamente. Es mejor empezar por él. Se trata de Análisis de los Sistemas Mundo. Una introducción, una conferencia que dio en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, y en ella resume su teoría política por un lado, y por otro sus posiciones sobre las ciencias, que considera innecesariamente separadas en disciplinas estancas, cuando lo que deberíamos de buscar en la unidisplinaridad.

3.5.17

Vollmann en tres actos

http://www.elliottbaybook.com

William T. Vollmann algún día será una moda.

Nació en Los Ángeles en 1959. Siendo niño su hermana pequeña murió ahogada mientras a él se le suponía vigilando. Incapacitado, intuimos, desde entonces para la felicidad convencional, toda su vida y obra literaria es un recorrido por estertores y abismos: guerras, marginalidad y sexo.

Dejó la universidad porque quería vivir la realidad. Tras coleccionar trabajos basura, ahorró suficiente para volar a Oriente y unirse a los mujaidines que combatían a los soviéticos. Su experiencia quedó reflejada en An Afghanistan Picture Show, donde, cuentan, él mismo se ridiculiza como un soldado patoso entre valientes guerrilleros.

A partir de ahí ha recorrido las periferias del globo y sufrido con sus habitantes. Habitó en los slums de Nairobi, fue el único superviviente de un coche que pisó una mina en Bosnia, pasó un año alternando con las prostitutas de San Francisco, se entrevistó con hombres armados en Colombia... Allí donde hay dolor y disparos, está él para contarlo.

Sin embargo, con todas esas millas a la espalda, Vollmann ha tenido tiempo para publicar más de diez mil páginas en docenas de libros. Ensayos, novelas, crónicas, y relatos cortos. Es tarea de toda una vida leer todo lo que ha escrito.

De momento en español tiene algún libro publicado, pero son pocos si tenemos en cuenta su inabarcable obra, y además los primeros que se tradujeron moran ya en el reino oscuro de los descatalogados. Aquí vamos a hablar de tres libros suyos que hemos leído en inglés.

1, Riding toward everywhere apareció en el 2008. Es un libro trabajado a salto de mata, literalmente. Vollmann escribe sobre los hobos, esos polizones que viajan por Estados Unidos colándose en los trenes de mercancías. Charla, come y duerme con ellos. Se convierte en uno, huye cuando las fuerzas del orden vienen con las porras, comparte momentos de descanso, y escucha historias de frustración y esperanza.

Las descripciones de los paisajes California emocionan por su fidelidad. Las personas que conoce en el viaje dejan huella en el lector. Y, finalmente, esa especie de desmitificación de un modo de vida, ese Kerouac invertido, marca un punto y final a toda una tradición literaria estadounidense: en la fotografías complementarias al texto que vienen al final, corroboramos que los entrevistados no son jóvenes hermosos de mili bohemia, si no verdaderos perdedores cegados por cierta ilusión de libertad que en el fondo no es más que miseria. No hay épica en la narración. Es una obra para el ocaso.

Libro breve para lo que acostumbra el autor (188 páginas) es una buena introducción al opus vollmanniano. El protagonismo es de los hobos, sobre todo de Steve, uno de los veteranos, y el cronista opta por un segundo plano, que sólo rompe con ciertas meditaciones naive y algo egotistas imperdonables en un señor de cincuenta años.

El conjunto de cualquier manera es brillante.

2, Poor people, recientemente traducido al español, es un gran libro de intrahistoria.

Vollmann recorre diversas barriadas de países, tanto del Sur como industrializados, habla con todas las personas harapientas que puede y les repite (se repite, nos repite) la misma pregunta: “¿Por qué eres pobre?” Las respuestas varían: desde la niña alcoholizada de Tailandia que no ve su propia miseria y que da lugar a reflexiones sobre la falsa conciencia, a la esquiladora mexicana que culpa murmurando a EE UU. Escuchamos a mendigos que responsabilizan al destino, otros a Dios, pobres que se consideran ricos porque tienen cuatro judías más que el vecino, dignidad (hay un pasaje en que compara el sentimiento comunal de un slum en Nairobi con la insolidaridad de un bloque de afroamericanos en Nueva York que es inolvidable)… Al final llegamos a una conclusión donde no hay respuestas ni soluciones.

Muy bien escrito, con alternancia de estilo directo e indirecto, intercalando meditaciones y ejemplos, Vollmann –y ésta es una constante en sus libros- deja claro que su experimentalismo responde a necesidades expresivas, pero que no tiene la más mínima intención de deslumbrar a lector con acrobacias. En este caso, además, debido a la temática, hacerlo sería inmoral.

Las últimas páginas contienen las fotografías de las personas con las que ha hablado y la realidad de su circunstancia. Vollmann se nota que les quiere y desea comprender, pero tampoco es complaciente. Enumera una serie de características de la gente pobre y muchas no son en absoluto aptas para relativistas y solidarios folklóricos. Habla del atontamiento como forma de supervivencia, de cierta pasividad y ceguera. También de las deformidades físicas que la miseria origina, su invisibilidad y dependencia.

Poor people es imprescindible para quien quiera escuchar las voces de los condenados y a la vez leer un libro importante.

3, La versión completa de Rising up and rising down (algo así como "Alzarse en armas, bajar los brazos") es un flujo de palabras descomunal de más de tres mil páginas y siete volúmenes independientes. También hay una edición abreviada de sólo 700 páginas que Vollmann ningunea diciendo que hizo por dinero. Hasta que tengamos tiempo para el libro completo, me temo que nos tendremos que remitir a este resumen, que es lo que he leído y es magnífico a pesar de todo.

El autor define Rising como la obra de su vida, a la que ha dedicado 20 años y cientos de millas y lecturas. Es un tratado sobre la violencia a través de la historia y en la realidad diaria. Con una erudición casi obscena, se desmenuzan las justificaciones y las formas de la agresión. Todo ello con ejemplos reales vividos por el propio autor, que ha sido víctima y testigo de la violencia en numerosas ocasiones. Se intercalan diarios y entrevistas a celebridades o personajes anónimos que en algún momento han visto su vida barbarizada. También se recurre, tras cada caso, a "cálculos morales" donde se examinan los ejemplos concretos de violencia según su origen, destino, medios y coartadas.

El libro se inicia con la declaración de un militar que dice que cualquier libro sobre la insurgencia sólo interesa a quien aspira a ser insurgente. Lo que leemos a continuación está directamente relacionado con esta cita. Vollmann sabe que quien intente cambiar el mundo antes o después va a sufrir la violencia. Y todo el que se ha sentido atraído por el tema es porque considera, tal vez inconscientemente, que la violencia ha sido o va a ser protagonista en su vida. Un comportamiento ético implica empatizar con el vecino que está siendo apaleado. Y también, a veces, ser de los que apalean. Rising habla de ambos casos. Es un manual para todas las opciones.

Ya desde el principio, ante las calaveras amontonadas en la catacumbas de París, empieza a hablar de la muerte de su hermana y a contar experiencias personales. La narración viene desde un Yo activo que se implica y opina, por lo que no podría llamarse estudio científico objetivo. Seguramente no tiene rigor, pero Vollmann, que es periodista y, a diferencia de muchos académicos, tiene cicatrices, parece indiferente a las posibles críticas.

Tal vez nunca se traduzcan los siete volúmenes, pero esperemos que por lo menos el resumen sí. Este libro, en todo momento accesible y bien escrito, tiene madera de clásico.

1.5.17

Umbraliana

www.fundacionfranciscoumbral.es

Francisco Umbral nunca dijo ser otra cosa que un arribista que buscaba canapés gratis y dormitar con baronesas. Eso le hace auténtico.

Las mil y pico páginas de su antología Hojas de Madrid son empero apabullantes. La obra gira, evidentemente, en torno a Madrid y a “la sed de mujer”. Es una suerte de autobiografía involuntaria (la selección de textos se hizo por la editorial tras su muerte) del joven de provincias que viene a Madrid a buscar la gloria literaria y, tras pasar por la bohemia, triunfa como cronista de los altos salones del Poder. No sobra ni falta ni un adjetivo y los textos funcionan con la precisión mecánica de un reloj. Es magnífico, todo un ejemplo a seguir en su cuidado del estilo, la claridad y el respeto al lector. La voz narrativa es el yo, un yo que duda y habla con autoironía; prevalecen sus elaboradas descripciones de personas y lugares, y lo acertado del relato de una época.

De entre todos los libros que forman este opus es especialmente significativo La noche que llegué al Café Gijón. Muy bien escrito, narra las peripecias de un joven provinciano en busca de mujeres y gloria literaria (que vienen a ser lo mismo). Se intercalan unos apuntes sobre literatura, o contra la literatura, bastante interesantes. Umbral aboga por el “escritor sin género”, por libros sin argumento, espontáneos; la novela le parece un género lastrado por la “prótesis”, que serían esos esquemas argumentales y tropos de los que se abusa hasta el hastío.

Umbral emerge como el mejor, junto con Josep Pla,  de los “escritores sin género” patrios. Otros serían González Ruano, su maestro y al que supera, Corpus Barga, Cansinos Assens, Julio Camba… todos autores fenomenales más o menos rescatados y cuyos libros hablan de la vida española de su tiempo, aunque siguen siendo actuales hoy. Son libros que se leen con gozo, y solo tenemos que releer cada página por regodearnos en su talento, no porque no los hemos entendido nada y necesitamos examinar cada letra en busca de un mensaje arcano que no han tenido a bien explicitar (pienso en Murakami y otros cantamañanas por el estilo).
Umbral y sus pares nos dan conversación en un café de Madrid; nos hacen ver los contornos de nuestras vidas, que no son gran cosa y huelen derrota y carajillo, pero por los menos son nuestras vidas, y sabiéndolo hasta podemos darlos el gusto de naufragar con estilo.