Wikipedia
dice que la Corporación Mondragón es el primer grupo empresarial del País Vasco
y el décimo de España. Sin embargo no hay mucha bibliografía sobre ella. De
hecho, el único libro que he encontrado disponible en internet es Buscando un camino. Don José
María Arizmendi-Arrieta y la experiencia cooperativa de Mondragón de Jesús
Larrañaga, que es del año 1981.
Que
un fenómeno tan curioso de la economía nacional no despierte más interés
resulta extraño. Se supone que en su momento fue una iniciativa innovadora, por
lo que amerita al menos que se hable más de ella. De hecho sigue funcionando
con más o menos éxito y tiene presencia en otros países.
Wikipedia enumera dos grandes inconvenientes de la Corporación. El primero es que carece de
agilidad para adaptarse a nuevos desafíos (pero lo mismo podríamos decir de El Corte Inglés, que no supo
prever el mundo del delivery y ahora cierra tiendas y sobrevive como puede). El segundo es la acusación de que algunas subcontratas no responden a la filosofía
participativa, (pero aun así es mucho más amable y democrática que Amazon). Ambos reproches nos parecen interesados y no justificarían el silencio que ha
caído sobre Mondragón.
Tiene
un pecado original de nacimiento, y es que sólo pudo ser posible en la
autarquía franquista, que le permitió crecer sin competencia inicial, y que se
le debe a un sacerdote, lo que puede hacer que despierte inquinas. Tampoco es
una empresa unicornio que cotice oceánicamente en la Bolsa, algo que
entusiasmaría a muchos, y a la vez sigue siendo una manera de domesticar al
capitalismo, no de destruirlo, como sueñan desde sus casoplones de lujo tantos progres
que están al mando de los media.
Su
querencia vasquista también puede llevar a pensar que es un fenómeno vinculado
a la tramontana cantábrica, pero de hecho esto queda desmentido en el propio
libro, que se contradice en este sentido. La primera parte es, en efecto, una
oda al imaginario aranista, y da a entender que Mondragón sólo es
posible en el País Vasco, pero luego en la segunda parte explica que el valle
donde se ubica era carlista y hostil a la industrialización, que tuvieron que
ser los ingleses los que metieron con calzador las fábricas, y que los
trabajadores de las mismas fueron siempre maketos de ideología socialista.
Arizmendiarrieta
(1915-1976), el creador del invento, no escribió ningún tratado. Pero si expuso
su pensamiento en varios panfletos y hojas internas de la Corporación. En este
libro aparecen bastantes citas suyas que son interesantes; semejan a las del
libro rojo de Mao, pero sin anunciar genocidios, solo eficacia empresarial y
participación social.
El
sacerdote era lector de Mounier y trató de llevar el personalismo cristiano a
la producción industrial.
Insistió
mucho en la formación permanente de los trabajadores para poder lidiar con los
inevitables cambios de paradigma. También propugnaba que la democracia era el
triunfo de la mayoría, y que no se podía estar siempre pendiente de las
inevitables minorías revienta asambleas. Hay un párrafo en el que dice que no hay
que caer en el individualismo, pero sí exigir la máxima responsabilidad
individual; aunque en general es partidario de unir a la sociedad en proyectos
ilusionantes como éste, en crear una comunidad cohesionada. Más adelante Arizmendiarrieta
argumenta que para que la Corporación sea viable económicamente tiene que tener
una caja de ahorros que no funcione como un banco normal. También tiene unas
líneas un poco unamunianas, en las que insinúa que más que invertir en
investigación, lo que hay que hacer es copiar lo que otros investiguen, o sea,
que inventen ellos…
El
modelo Corporación Mondragón es exportable a otros puntos de la geografía; en este libro queda claro que no parece que tenga que ver con el RH
negativo. La pregunta entonces es por qué no crear dos, tres, muchos Mongragón,
que esta forma de economía se expanda por el país. Al menos, creo yo, merece la
pena pensar sobre ello.