30.4.18
Karl Marx en la Era del Capital
23.4.18
El eurocentrismo de Hegel
Debido al peso intelectual que tenía Arciniegas, su anti hegelianismo no podía pasar desapercibido en el mundo académico del país. Danilo Cruz Vélez (1920-2008), que es tal vez el filósofo colombiano más importante del siglo XX, tendrá que confrontarse con él. En los cinco tomos publicados hasta ahora de su Obra Completa, hay variados textos referidos a este tema, que además están escritos en algunos casos con varias décadas de diferencia.
Cruz Vélez quiere salvar a Hegel ante los ojos americanos, tal vez para poder salvar también a Marx. Y lo hace en varios textos. En el Tomo II aparece el ensayo “Hegel, la madurez de Europa”, donde hace una magnífica exposición de lo que Hegel entendía por Historia de la Filosofía y cómo desde ahí está justificada de alguna manera la grandilocuencia hegeliana. El pensador prusiano fue el primero en incorporar todo el pasado filosófico a su propio sistema. Todos los sistemas previos le parecían legítimos porque todos eran transitorios y estaban destinados a ser superados hasta llegar a la culminación de la metafísica en Espíritu Universal consciente de sí mismo, que el sistema hegeliano encarnaría. Hegel se veía a sí mismo como el fin de una Historia que se inició con los griegos, y a la que sucederían nuevos y diversos horizontes. Consideraba que había integrado y ordenado toda la tradición metafísica occidental, así que tampoco era tan disparatado verse como una culminación. Marx, por cierto, compartía esta visión, solo que sin reconciliarse hegelianamente con el pasado, que le parecía un páramo de injusticias. Todo esto deja fuera, claro, los territorios sin metafísica y lucha en la que el Espíritu Universal se reconcilie consigo mismo.
En el Tomo IV hay varios artículos que se publicaron en El correo de los Andes, la revista de Arciniegas, y que son un diálogo explícito y constante con él. Destacamos en “Defensa de Hegel”, título bastante expresivo, donde rebate las tesis de Ortega y Gasset sobre este tema: Hegel no considera que los pueblos americanos sean inferiores; pero en aquella época todavía no tenían Estados, y estos son para Hegel lo que las ciudades-estado eran para Platón, la totalidad de la vida. Y sin Estado no puede un pueblo autoafirmarse dentro del Espíritu universal. Pero se trata de una eventualidad que no tiene que ser definitiva, de hecho, creía que el Espíritu iba de Oriente hacia Occidente, por lo que América sería la gran región del futuro.
Otro artículo interesante es “Hegel y el nuevo mundo”, donde sigue desmontando las interpretaciones orteguianas, esta vez desarrollando mucho el tema. Para Cruz Vélez el filósofo español es responsable de la imagen distorsionada que se tiene de Hegel en América. Ni Hegel pensaba que la Historia es solo pasado ni que América tenía Naturaleza pero no Historia. Traza una genealogía del artículo “Hegel y América”, que considera origen del desaguisado, y lo refuta exhaustivamente. Y concluye con unos argumentos bastante interesantes: de excluir Hegel algo sería a la América precolombina, no a la que existía en su tiempo. Y además la consideraba región del porvenir, así que no solo la incluía, es que la ubicaba en el futuro.
Cruz Vélez termina diciendo que la “ojeriza” de Ortega contra el Nuevo Mundo es la que está detrás del artículo, no la opinión de Hegel. Sin embargo la influencia de pensador madrileño sobre el continente hispanoamericano ha llevado a aceptar estas tesis erradas. Pero creemos sin embargo Hegel no queda redimido como pretende el colombiano. Hegel sostenía que los pueblos solo pueden hablar a través del Estado, y que fuera del cristianismo no hay Historia Universal.
Eso es muy difícil de aceptar incluso sin necesidad de tener una finísima sensibilidad postcolonial.
21.4.18
Julio Endara, del positivismo al Rorschach
wikipedia |
18.4.18
Materiales para una crítica del futbolismo IV
13.4.18
¿Creen los filósofos en las revelaciones?
8.4.18
La revolución en la crítica de Félix Rodrigo Mora, de Javier Rodríguez Hidalgo
En
alguna de esas librerías heroicas que hay en Madrid, como Traficantes de sueños
o Enclave, se encuentran sin demasiadas dificultades libros de Ediciones El
Salmón. Desconozco los medios económicos de esta editorial, pero da la
impresión de que no son muchos. Entre sus pocas publicaciones destacamos La
revolución en la crítica de Félix Rodrigo Mora de Javier Rodríguez Hidalgo.
Este autor nació en Portugalete en 1978, y por lo que cuentan en las solapas,
se ha formado en el activismo ecologista y no en la academia. Su libro es,
empero, mucho más enriquecedoras intelectualmente que la mayoría de textos
debidos a profesionales de la pensadera.
Es
realmente un artículo largo reciclado en librito pero presenta unas cuantas
cuestiones reseñables. Aquí el pensador convertido en diana es Félix Rodrigo
Mora, que es un teórico anarquista actual, de Carabanchel, y que publica con
frecuencia y asiste a todas las charlas y encuentros perroflaúticos a los que
es invitado. Perpetuamente sonriente y con la mejor disposición, en lo poco que
le he tratado siempre me ha parecido un hombre de una amabilidad oceánica.
Además algunos de sus libros me han impresionado hondamente por su brillantez.
Que
alguien como Rodríguez Hidalgo, que es capaz de desmontar a Heidegger en otro
de sus libros, crea que un autor tan periférico amerite también un ataque
frontal es toda una forma de tributo. (Desdichadamente ambos comparten en sus
biografías el paso por el boletín Los amigos de Ludd, lo que hace sospechar que
hayan tenido algún encontronazo personal, pero no lo puedo asegurar).
Rodrigo
Mora ha publicado, entre otros, libros como El giro estadolátrico, La
democracia y el triunfo de Estado, y Naturaleza, ruralidad y
civilización. Todos en editoriales marginales, sin la más mínima resonancia
en los medios de comunicación y sin el apoyo de ninguna institución ni
academia. Sin embargo han calado; principalmente en los círculos radicales,
pero no solo allí. Ya hay gente de clase media ilustrada que por lo menos ha
oído hablar de ellos.
La
importancia e influencia de este autor no deja de crecer. Rodríguez Hidalgo lo
reconoce en la introducción de La revolución en la crítica de Félix Rodrigo
Mora. Quiere contrarrestar su peso, ya que teme que éste también se
convierta en un estorbo para el pensamiento crítico. Lo que bien mirado no deja
de ser fascinante: en el envés del Espectáculo, en las casas okupas, los
movimientos subterráneos, en las luchas vecinales, hay un debate ideológico de
un altísimo nivel intelectual (porque desde luego ambos son unos duelistas
soberbios).
Como
introducción al pensamiento de Rodrigo Mora este libro es impagable. En sus
distintos apartados se dedica a destripar la obra, y por supuesto que demuestra
sus inconsistencias. Aunque no queda claro que a un autor tan inflamante como
Rodrigo Mora le preocupe ser consistente.
6.4.18
Un cuento de otro género
Llevó la mano derecha al costado y acarició la empuñadura de su espada.