Anna
Caballé publicó Francisco Umbral. El frío de una vida en el año 2004,
cuando el escritor todavía vivía. Ahora se reedita con un prólogo en el que la
autora nos informa de que ha hecho pocos cambios en esta nueva edición, pero
que ha añadido un epílogo con información recientemente descubierta, que
básicamente es el hasta ahora ignorado nombre del misterioso progenitor, un tal
Alejandro Urrutia.
Es
una biografía curiosa donde se intenta presentar a Umbral como un ególatra,
neurótico y mezquino. Pero la verdad es que nunca esperábamos que fuera de otra
manera y por ello no consigue que le detestemos más de lo que ya lo hacíamos,
si acaso lo hacíamos.
Hay
un capítulo casi al final donde se centra en la visión umbraliana de la mujer y
que pretende ser el disparo de gracia de la desmitificación total, y en nada
nos reposiciona, ya que también sabíamos que era un misógino que supuraba por
la herida las mujeres. Pretendía admirarlas pero las resentía porque las deseaba
y en algún momento le negaron el achuchón y le hicieron daño (no hace falta
hacer una lectura psicoanalítica de la obra de Umbral para darse cuenta, él
mismo lo dice muy explícitamente).
Por
otro lado, Caballé también fracasa en su empeño de que le bajemos del podio de
los grandes escritores españoles del siglo XX; por más que demuestre que Umbral
era un novelista vago y tramposo, bastante trepa en el mundillo literario, y
una persona bastante deleznable, nada podrá borrar de nuestra memoria las
páginas sublimes que nos regaló.
Si
lo que hace Umbral no es literatura, pues peor para la literatura.
Hay
una inquina general hacia el biografiado que resulta un tanto incómoda. El
lector no puede dejar de preguntarse cuánto habrá sufrido esta buena señora dedicándole
años de su vida a un personaje que claramente detesta. Aun así el libro está
muy bien escrito, y aporta contexto y datos muy útiles sobre todo para los
umbralianos tardíos.
A mí
me ha dejado con ganas de releer a uno de los autores que marcó mi juventud, si
bien todos sabemos que ésta es una actividad de alto riesgo.
Lo
más significativo, creo, de leer una biografía que más o menos es la misma que
se publicó en el año 2004 es la sensación vintage que deja. Umbral, aunque no
quisiera admitirlo, fue el cronista de la España que va desde la Transición hasta
el 2007, año en el que murió, pero que también fue el año previo a que todo empezara
a hundirse. Es un autor pegado a su tiempo, lo que fue bueno, pero ahora juega
en su contra porque su mundo ya no existe. Hasta hace poco sus libros de los
setenta todavía eran actuales, pero ahora incluso los últimos que escribió nos
parecen de lejanas calendas. Que Umbral se haya quedado tan antiguo tan rápido
da fe de lo aceleradas que van nuestras vidas desde hace algo más de una década
.