15.12.21

Whiskas, Satisfyer, y Lexatin, de Esperanza Ruiz

 


Las redes sociales están con el runrún de que en España hay una nueva hornada de juntaletras políticamente conservadores agrupados bajo el rótulo de Generación Whiskas. Suelo ignorar los runrunes de las redes sociales porque sospecho que tras ellos habitan algoritmos hormonados desde el Valle de Silicio, pero esta vez me ha llamado la atención, y he encontrado un artículo que explica un poco el fenómeno.

El artículo aludido se titula literalmente “Generación Whiskas” (Google no tuvo que esforzarse mucho) y es de un religioso, Fray Vicente Niño. Apareció en la Revista Ecclesia, y es corto y certero. Define a la generación mentada así:

Comparte esa supuesta generación una acerada crítica al pensamiento cultural posmoderno progresista dominante. Tiene humor, cultura, inteligencia, convicciones católicas creyentes de fondo y un conservadurismo de inspiración europeísta (francesa, inglesa) con algún guiño a la tradición hispánica. Muestra un cierto apoliticismo de partidos implícito -que no explícito…- al no haber ninguna opción concreta que tome del todo sus banderas (aunque evidentemente Vox y el PP están en sus horizontes como mal menor). Gusta de una búsqueda estética de belleza unida al bien y a la justicia, y sobre todo despliega un desparpajo sin complejos que se ríe del continuo epíteto tan falto de contenido y de imaginación de “facha”. Hartos de que el progresismo se revuelque en su superioridad moral totalitaria de la corrección política -coartada para las más abyectas barbaries que no hacen sino el juego a los poderes económicos trasnacionales que desprecian lo más natural y sencillo de siempre-, hay una generación que quiere reaccionar en eso de la batalla cultural.

Luego menciona una serie de autores. Algunos muy célebres y otros no tanto, aunque la mayoría son todavía grandes desconocidos. La descripción que hace de las características comunes de la generación es sin embargo lo más relevante. Son cosas más o menos sabidas, como que el humor y la sana impertinencia están ahora en la derecha. También la voluntad de pensar: al izquierdista le basta con sentirse superior moralmente y que las grandes corporaciones mediáticas confirmen su visión kitsch de la realidad, pero quien navega a la contra del canon progre tiene que formarse intelectualmente. Para ser libertario, conservador o/y católico hay que haber hecho los deberes y saber argumentar, porque se enfrenta uno a la hostilidad de los poderosos hacedores de imaginarios hegemónicos.

En cuanto al nombre de Generación Whiskas, viene del libro de Esperanza Ruiz Whiskas, Satisfyer, y Lexatin, que son tres palabras que sintetizan la condición del poblador de la postmodernidad. Es una compilación de artículos que se leen rápido y gratamente, muy bien escritos, divertidos y puñeteros, como tiene que ser. Lo poco que sabemos de la autora es que es una farmacéutica de no excesiva edad. El artículo homónimo que da título al conjunto es el que ha alcanzado cierta notoriedad por perfilar certeramente al ciudadano/a medio de nuestro país, que es el que se deja llevar por la corriente, esa misma corriente que lleva al despeñadero de los ansiolíticos y las soledades masturbatorias (Fernando Díaz Villanueva le ha dedicado un podcast al libro, y lee en concreto el artículo de marras entero, por si alguien tiene interés en escucharlo).

 

Parece que la Generación Whiskas está sobradamente preparada. Hay mucho talento e ideas entre sus adscritos. Lo que no tienen son altavoces mediáticos. Está claro que para tener influencia social no basta con desarrollar argumentos, hace falta el poder para posicionarlos. O sea, que para construir la hegemonía gramsciana hay que tener mucho dinero detrás. Esperanza Ruiz es mejor escritora, por ejemplo, que muchos de sus colegas que han pasado por la televisión para promocionar sus libros. Pero no cumple con la obediencia debida y por eso no va. Vivimos en un mundo en que las corporaciones sonríen por el colmillo izquierdo, y mientras esto sea así a los intelectuales impertinentes sólo les queda esperar un reconocimiento minoritario, o sea, políticamente ineficaz. 

Pero bien por estos autores con nombre de gastronomía felina. A ellos les corresponde crear el relato y están cumpliendo. Ahora falta que sus contrapartes de la política entiendan que sin escudarse en un relato jamás podrán mantenerse en el poder. 

5.12.21

jueves

Que Martin Heidegger sea el filósofo más importante del siglo XX indica que tanto la filosofía del siglo XX como el propio siglo XX son de baja calidad. 


La falacia moral de pensar que si tú eres malo yo tengo necesariamente que ser bueno. Pero para la maldad no hay cupo cerrado; ambos podemos ser abyectos al tiempo. 


Una manera de volverse partidario de privatizar las administraciones públicas es leer a Von Mises. Otra manera es tratar más de dos minutos con un funcionario cualquiera. 


El PP es un PSOE que circula lento porque respeta las normas de tráfico.

 

El cine español se limita a confirmar lo que otros han dicho ya. No innova, tampoco formalmente. No tiene podio en la historia del cine universal porque para ello tendría que haber aportado alguna novedad a este arte. Es sólo un epígono a la historia del cine. El cine español es lo que queda al margen cuando hablamos de cine. Es, de alguna manera, un postcine.    

 

De joven el sexo te parece Disneylandia, pero con los años te das cuenta de que las entradas acaban saliendo demasiado caras, de que siempre hay que esperar un tiempo excesivo en las filas, y de que por alguna extraña casualidad tus atracciones preferidas suelen estar de reformas justo el día que vas. Gradual e inevitablemente te buscas otras aficiones.