14.7.16

Hijos de Torremolinos, de James A. Michener

wikipedia

Vagar de noche por Torremolinos es como navegar por una cloaca en una barca con la quilla de cristal.

En ese vergel del letraherido que es la Cuesta de Moyano en Madrid encuentro un libro cuyo título llama mi atención: Hijos de Torremolinos de James A. Michener. No tiene solapa, así que no sé exactamente de qué va. Como cuesta dos euros lo compro. Son casi 800 páginas y decido investigar antes de ponerme a leer algo que bien podría ser infumable.

Casi no hay información en internet. De Michener aparece que luchó en la Segunda Guerra Mundial, viajó mucho por España, murió en 1997 y que escribió docenas de best sellers. De Hijos de Torremolinos en concreto se dice que es una novela sobre jóvenes buscando su camino en los sesenta. El título original era The Drifters -algo así como Los vagabundos-, pero para su traducción española decidieron cambiarlo metiendo “Torremolinos” en el título. Esto se explica comercialmente ya que, por lo que veo en Wikipedia, esta ciudad originó bastante literatura cuando estuvo de moda en los sesenta. Hay cinco ediciones españolas en 1973 (dos años después de su publicación es EEUU) y otra de bolsillo en 1975; luego el silencio. Parece que tuvo una leve repercusión pero pasó pronto al sepulcro de lo descatalogado.

El libro tiene carencias que tal vez explican que no tribute como una obra maestra del siglo. Por ejemplo, por coherencia con la historia, Michener quiere evitarnos a un narrador omnisciente, por lo que recurre a un trasunto suyo, también veterano de la II GM, para narrar. Este personaje, un analista financiero llamado Fairbanks, conoce a los protagonistas tangencialmente y sin embargo describe sus acciones y pensamientos, cuando muchas veces es imposible que los pudiera conocer. O sea, acaba siendo un narrador omnisciente absurdo por la falta de pericia del autor.

Sin embargo, si le damos una oportunidad como literatura (involuntariamente) juvenil, resulta un libro entretenido, con personajes bien definidos (mejor los masculinos, ellas están demasiado idealizadas por las hormonas del autor) y ciertas estampas de una época medianamente logradas.

Cada uno de los doce capítulos se abre con una serie de citas, tanto de autores clásicos como del propio Michener, que se integran perfectamente en el texto, un poco a esa manera orgánica de William T. Vollmann, otro autor también muy de citas y de extensiones mastodónticas.

Los primeros seis capítulos cubren casi la mitad del libro y recuerdan a las películas de los setenta. Los personajes se presentan por separado, contando largamente su historia, explicando su devenir hasta que se acaban conociendo todos en Torremolinos. Son menores de 22 años, tres chicos y tres chicas de distintas nacionalidades que huyen de sus familias y orígenes. Vietnam, Oriente Medio y la descolonización de África han caído sobre sus vidas y acuden a la ciudad donde todo es diversión y juventud.

Ya en Andalucía se meten a vivir en una casa inmunda y a trabajar en un bar inmundo. Hay mucho sexo y LSD. Cuando tras unos meses allí, pierden la intensidad, se compran una furgoneta Volkswagen y se ponen a viajar. De Portugal pasan a los San Fermines. En ningún momento parecen ser conscientes de que viven en dictaduras, es más, hablan de libertad y una policía permisiva que no se mete en asuntos de drogas. De lo que sí se percatan del auge de la economía del ladrillo. En los trayectos por el litoral español lamentan las horribles construcciones que agreden el paisaje (Parecía como si España hubiera invitado a su rincón suroriental a una asamblea de los peores arquitectos del mundo y les hubiera dado un encargo: “Transformen esta costa en una apoteosis de la fealdad”)

De Europa pasan a Mozambique. Van conociendo a otros jóvenes y a otra gente no excesivamente saludable. La convivencia se va perjudicando cuando alguno de los personajes pasa a la heroína y las relaciones entre ellos se emponzoñan. Suben hasta Marrakech, donde una de las chicas muere por desnutrición e infecciones en su brazo adicto. El grupo se deshace y siguen viajes por separado.

La historia, leída hoy, puede resultar tópica y adolescente. Pero el mundo de los mochileros es así. No hay mucha más realidad que endulzar. El propio Fairbanks, al final, se pasma de la poca formación que tienen los chicos. Básicamente son niñatos enfadados con sus padres y muchas ganas de trajinar. Tras desfogarse volverán a sus vidas burguesas y occidentales. Siempre claro, hay alguno al que la cosa le sale mal, carga su jeringuilla con material desechado y se queda en la cuneta. Pero lo normal es hacerse solo unos rasguños, pasar alguna descomposición intestinal, y sobrevivir sin más a este ritual de paso moderno.

12.7.16

Memoria por correspondencia, de Emma Reyes


Memoria por correspondencia de Emma Reyes merece como pocos el calificativo de "libro importante".Se trata de un conjunto de cartas que esta artista colombiana mandó desde París durante varios años al historiador Germán Arciniegas, su amigo y compatriota, y que por idea y mediación de Gabriel García Márquez se acabaron publicando. Emma Reyes relata sus primeros años de vida en su Bogotá natal con gran belleza y talento narrativo. Las primeras cartas nos remiten a cuando ella tiene cuatro años y vive junto a su hermana y un niño al que llaman Piojo en una habitación lúgubre y misérrima, donde es regularmente maltratada por una señora de nombre María, que nunca supo si era su madre o no. Luego, en las siguientes cartas, es abandonada con su hermana en una estación de tren, y ambas pasan a estar tuteladas por las monjas de un orfanato, donde siguen recibiendo abusos y desprecios, si bien algunas de las religiosas son también amorosas y buenas con ellas.

La historia se cuenta siempre desde los ojos de la Emma Reyes chiquilla, sin dar explicaciones adultas. Vemos y entendemos lo mismo que ella; o sea, no mucho. El horror en el que crece aparece ininteligible, como le sucede siempre a un niño. Pero también hay irrupciones de dignidad y afecto personificados en una serie de visitantes que aparecen y desaparecen salvando la capacidad de querer de las niñas, que pueden conocer así otras existencias más sanas, no tan fraguadas en la marginalidad y violencia.

Si Memoria por correspondencia fuera un documental, seguramente nos avisarían antes de emitirlo de que algunas imágenes podrían herir la sensibilidad del espectador. Afortunadamente no lo es, y la sordidez, infortunio y podredumbre en que viven las niñas protagonistas aparecen envueltos en un halo de esperanza y humanidad que nos hace seguir con la lectura. Es una historia de superación y victoria sobre el destino, ya que Emma Reyes salió adelante a pesar de todo: emigró a Francia, se convirtió en una celebrada pintora y, con el tiempo, pudo incluso amparar a decenas de jóvenes artistas colombianos que iban como ella en busca de nuevos horizontes.

El libro se publicó por primera vez en Colombia en el 2012 y pronto se convirtió en un fenómeno social. A España llega ahora de manos de Libros del Asteroide, que como es habitual en ellos, presenta una edición cuidada. Además, esta Memoria viene complementada con algunos textos donde otros autores nos dan información sobre la autora y su desgarradora vida.

Ernst Jünger decía que tal vez en el futuro se pensará que la parte más vigorosa de la literatura del siglo XX haya sido precisamente la que surgió sin propósitos literarios, como muchas de las cartas, diarios y memorias que se escribieron para dar noticia de lo que sucede en las periferias del mundo, y que finalmente han quedado como testimonio de la condición humana.

Memoria por correspondencia tiene algo de esto. No es una obra para llevar a la playa; requiere cierto recogimiento y dedicarle un tiempo, ya que inevitablemente nos moverá algo dentro. Pero bien es cierto que esta lectura quedará en nosotros: no es otro libro que habremos leído, es un libro que habrá llegado a formar parte de nuestra vida. O de nuestras vidas, si lo compartimos con amigos.

7.7.16

Josep Pla. El oficio de mirar

www.circulo.es

Josep Pla es uno de los mejores escritores españoles del siglo XX. Que pareciera disfrutar tocándole las narices a todo el mundo nos hace además quererle.

El personaje que creó o dejó que crearan resulta fascinante: un hombre misógino, parlanchín, con sonrisa y boina perpetuas, que tras viajar por medio mundo decidió quedarse a fumar tranquilo en su masía del Ampurdán.

Escribió miles de páginas, casi siempre desde el Yo, donde contaba lo que veía y lo que pensaba. No hay en ellas grandes aventuras ni gesticulaciones, sólo un tipo que recorre un siglo en llamas con los pulgares en el cinturón y murmurando que no hay nada mejor que ser un campesino sencillo.

Su dietario en cuatro volúmenes es imprescindible. En ellos recorremos toda una vida, desde su juventud de estudiante en Barcelona, al corresponsal en el Berlín de Weimar, pasando por Italia, Madrid y su retiro en el Ampurdán, donde moriría en 1981. Lo conforman El Cuaderno Gris, Notas Dispersas, Notas para Silvia y Notas del Crepúsculo. Los cuatro se han reeditado juntos en al menos dos ocasiones en los últimos años.

Poco a poco están reapareciendo algunos libros suyo en bolsillo, de calidad algo irregular –La vida amarga por ejemplo es insoportable-, pero hay pequeñas maravillas, como el Viaje en Autobús, que es un ejemplo de narrativa pulida, fragmentaria y profunda. Sin acción ni hilo conductor, envuelta en la apariencia de sencillo cuaderno de notas sobre viajeros y paisajes, es un ejemplo de maestría literaria y voluntad metafísica.

Como acercamiento al personaje, hay una entrevista antológica en TVE, grabada poco antes de que muriera, donde aflora su genialidad del autor y cuyas opiniones valen más que mil tratados de narratología. Es una charla grata para acercarse él. Militante en la modestia, desmitificador  de sí mismo y su obra, escuchándolo solo podemos lamentar no haberlo conocido en persona.

Y cómo estudio sobre su obra, Josep Pla o la razón narrativa de J.M. Castellet sigue siendo seguramente el mejor estudio sobre la obra de Josep Pla que existe.

Según Castellet los libros de este Pla presentan tres de características que se mantienen a través de los muchísimos años de producción y avatares vitales:
 
1)  La expliciticidad: Pla no se abandona a los experimentalismos ni a la tramoya novelesca. Su prosa es diáfana, realista y autobiográfica. Se limita a seguir a Stendhal cuando habla de escribir como un espejo que refleja lo que sucede en la calle. (“Dado que este hecho confirma mi sospecha de que en la vida no se producen argumentos más que por rarísima casualidad –y, por consiguiente, que las novelas con argumento, más que reflejar la vida no hacen otra cosa que arbitrar una forma de artificiosidad-, no me consideré autorizado a ser más papista que el Papa ni a modificar en lo más mínimo lo reflejado en el espejo”).

O sea que la imaginación para los niños y los escritores amordazados. Mientras se pueda, hay que describir la realidad circundante sin florituras o metáforas.

2) La reflexividad: Pla vive para mirar, para transcribir desde el "yo" los misterios de la vida cotidiana. Y luego opina sobre lo que ve y siente, desde el paso del tiempo a las comidas, del olor del mar a la memoria. Es un autor ideológico y de gran profundidad intelectual. Todo lo aprehende desde sus principios y a ellos se atiene (Pla además de conservador y amante de la Naturaleza, sabe mucho, entre otras cosas, de economía y es uno de los pocos autores contemporáneos que incluye los intercambios comerciales diarios como parte de las relaciones humanas).

3) La totalidad significativa de la obra: La obra de Pla es un universo literario propio porque aun con las veinte mil páginas publicadas tiene una continuidad, una visión coherente del mundo. De la infinidad de anécdotas que recoge durante décadas se extrae una estampa nítida de la Cataluña del siglo XX.

En fin, que si esto de escribir en internet tiene algún sentido, una orientación legítima más allá del onanismo narcisista, es el de constatar limpiamente cómo -más o menos- vivimos los hombres nuestro tiempo. Ya que nuestro ampurdanés universal es una referencia estilística en estas lides, podemos leer este texto como una especie de manual de lo que debemos de hacer en los blogs y revistas digitales.