Charles
Bukowski (1920-1994) publicó seis novelas. Cinco de ellas son de un subgénero
que hoy llamaríamos autoficción, protagonizadas por su alter ego, el escritor
bebedor y algo lumpen Henry Chinaski. En cuanto a la sexta novela, Pulp, es una especie de divertimento metaliterario menor que
desentona en su obra y que hoy vamos a obviar.
Cartero,
Factótum, La senda del perdedor, Mujeres y Hollywood son una especie de magnífico opus autobiográfico. Las
tres primeras describen el tiempo en que el autor sobrevivía con trabajos
inframundanos y se bebía su sueldo en bares con neones estertorantes. Las dos
últimas ya cuentan su vida de triunfador, con las complacientes lectoras
haciendo fila y los cheques llegando a raudales.
Hollywood en concreto tiene de fondo el rodaje
de la película Barfly, cuyo guión
había escrito el propio Bukowski, aquí Chinaski. Todo un cénit en su carrera
como escritor. Por su puesto sostiene que lo hizo sólo dinero, que todo le
resbalaba y que despreció todo aquello del cine. Nosotros leemos entre líneas
lo contrario, que amó el proyecto, que le preocupaba que saliera bien, y que de
alguna manera quedó orgulloso.
Barfly es una película de 1987 que por algún
azar incognoscible no es un clásico reciente de la historia del cine. Sin embargo
es bellísima, sublime; además de todo un ejemplo de amor por unos personajes vencidos y sublimes.
Cuenta
la historia de un escritor alcohólico, bonachón y sin patrimonio alguno que en un
momento de incipiente éxito literario tiene que elegir entre una acaudalada
editora y una borracha ajada que “parece
una diosa afligida”. Hay personajes secundarios inolvidables y la ciudad de Los
Ángeles aparece como un paisaje apático que excluye a sus moradores más
sufrientes.
Aunque
la idea inicial era que la protagonizara Sean Penn y la dirigiera Denis Hopper,
fueron Mickey Rourke y Barbet Schoreder los que ocuparon respectivamente esos
puestos. Mickey Rourke está genial, pocas veces se habrá podido ver una
interpretación más brillante.
Bukowski reconoce en Hollywood que le conmovió el actor; que viéndole
ve a un borracho, que ve a Chinaski. De Faye Danway, que interpreta a Wanda, la
ajada dama alcoholizada, en cambio no habla tan bien, dice que se nota que es
una actriz haciendo de borracha. La diferencia que menciona, muy sutil, está clara
en la película. Los dos actores no se dejan la piel con la misma vehemencia.
Hay
una escena, la más floja tal vez, en la que Wanda enseña sus piernas y presume
de ellas. Este pegote, según parece, fue imposición de la actriz, que exigió
poder lucir cuerpo para que nadie se olvidara de que ella no era realmente Wanda.
Mickey Rourke, en cambio, no pareció temer por su estatus de sex symbol
ochentero; hasta parece que huele mal de lo bien que lo hace.
La
película está gratis en youtube y el libro se compra en edición de bolsillo en cualquier
librería por poco dinero. Una manera de perfecta de pasar la tarde de viernes.
2 comentarios:
Muchas gracias por recordarnos hasta que punto somos personajes bukoskianos, y su sensibilidad es la nuestra.Dueante muchos años de aburrimiento en buses y metros, llevaba a mi novio en la vagina hecho un enanito haciendome tilin,tilin.
Hay una peli belga tambien directa al corazon, basada en tres cuentos suyos "Crazy love" el director se llama Dominique Durraner o algo asi,deja la tristeza del amor impregnandote.
Que es esto? Quién eres?
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