El estreno
de la nueva adaptación cinematográfica de la novela Dune de Frank
Herbert es inminente. A poco buena que sea ya será mejor que la que perpetró
David Lynch en los años ochenta, que es visualmente desagradable y
narrativamente confusa. Como la nueva versión viene respaldada por grandes
estudios seguramente llegará de la mano de una gran campaña publicitaria que
nos imponga cierta “mercadotecnia Dune”, y si además tiene éxito comercial la
película opacará a la novela. No creo que esto sea necesariamente sacrílego,
pero igual es un buen momento para hablar del texto original ahora, antes de
que no podamos leerlo sin pasar por el filtro de esta nueva
superproducción.
¿Qué nos
cuenta Dune?
El universo
Dune se compone de al menos una docena de novelas, las seis primeras de ellas
escritas por Frank Herbert, las últimas por su hijo Brian con ayuda del
escritor Kevin J. Anderson. Hay que tener mucho tiempo libre y ganas para
leérselas todas (yo no lo he hecho), pero para atisbar el sistema social y
político que plantea basta remitirse a la nutrida página de Wikipedia al
respecto y a los vídeos del canal Ideas of Ice and fire de youtube.
También hay en línea una estupenda biografía sobre el escritor, FrankHerbert de Tim O´Reilly, que es en gran parte un estudio sobre la primera
novela de la saga
El origen
del universo de Dune se remonta a un futuro próximo y está explicado en la
trilogía Leyendas de Dune, que son tres precuelas que coescribió el
hijo basándose en las notas que dejó Frank Herbert. La humanidad ha sido
reducida a la esclavitud por una inteligencia artificial llamada Omnius, que
tiene un ejército de “máquinas pensantes” a su servicio. Hay una rebelión
de los humanos, la llamada yihad butleriana, que termina triunfando tras una sangrienta
y épica batalla en la que los hombres destruyen a las máquinas. La humanidad se
encuentra entonces en la tesitura de que tiene que crear una nueva
civilización desde el principio en la que no vuelva a ser posible que una
máquina autónoma tome el control. Deciden crear una nueva religión que tendrá
como piedra basal y principal dogma la prohibición total de crear nada similar
a una mente humana: en adelante podrá haber máquinas siempre y cuando no puedan
operar por sí mismas ni tengan la más mínima capacidad de realizar operaciones
complejas. Por ejemplo, podrá haber rudimentarias naves interestelares
pilotadas por hombres, como una suerte de galeones espaciales, pero no una
simple calculadora de bolsillo. Esta nueva religión da lugar a una nueva
civilización que durará sin grandes cambios nada menos 10.000 años, justo
cuando empieza la primera, la original y genuina, la más famosa novela de la
saga.
Dune de
Frank Herbert se publicó en 1965 y está considerada una de las novelas de
ciencia ficción más exitosas de todos los tiempos. Cuenta la historia del ocaso
de un decadente imperio galáctico donde gobiernan de facto una serie de
familias aristocráticas enfrentadas entre sí. El protagonista, Paul Atreides,
es un adolescente hijo de uno de estos nobles, uno de los menos tiránicos, que
es asesinado por otros aristócratas que sí son malísimos, y que están coaligados
con el emperador. Con ayuda de los fremen, los nativos del planeta Arrakis
-también conocido como Dune-, que le ven como a un mesías, se acaba vengando y
haciéndose con el trono imperial.
En la
evolución de personaje de Paul, Frank Herbert recurre a todos los tropos y
convenciones mitológicas sobre el viaje del héroe. Pasa pruebas, vence
enemigos, domina al dragón (en este caso los gusanos gigantes de Arrakis), y al
final se casa con la hija del emperador y acaba haciéndose con el poder. Pero
el novelista le da a todo esto una vuelta genial para convertirlo precisamente
en una advertencia contra los liderazgos mesiánicos. Recordando los orígenes de
Dune, Herbert dice, Comenzó con un
concepto: hacer una larga novela sobre las convulsiones mesiánicas que
periódicamente se infligen en las sociedades humanas. Tenía la idea de que los
superhéroes eran desastrosos para los humanos.
O´Reilly
explica en su libro que esta novela es una respuesta a la serie Fundación
de Isaac Asimov. Allí había un salvador muy inteligente llamado Hari Sheldon
que planeó cómo salvar a la humanidad. Aquí se nos dice que ese tipo de gente
suele causar hecatombes.
Interpretaciones
posibles
Como
análisis político, el universo Dune es impagable. En estas novelas se
cuenta que toda la economía de la nueva civilización gira en torno a la
extracción del melange, un mineral que se extrae de Arrakis y que sirve para
los viajes interestelares. Es decir, es una economía del sector primario sin
ningún tipo de influencia del sector terciario; es lo que hoy se llamaría un
“despotismo hidráulico”. Además, toda la producción posterior está en manos de
la C.h.o.a.m, que es una corporación perteneciente a las grandes familias
aristocráticas que dominan la galaxia. Y el transporte está monopolizado en
exclusiva por el súper poderoso Gremio del Comercio, que se comporta como un
cabildo, y pone y quita al emperador si ve sus intereses amenazados. En cuanto
a las naves espaciales y todo lo relacionado con la poca tecnología que tienen,
se fabrica todo únicamente en Ixia, el único planeta industrial.
Es decir,
no hay libre competencia, ni innovación, ni el menor atisbo de “destrucción
creativa”. La consecuencia es la vuelta a un orden aristocrático donde la movilidad
social es nula, ha vuelto la esclavitud, y las mujeres tienen que elegir entre
las labores domésticas o ingresar en la orden de las Bene Gesserit, una especie
de monjas (Herbert dice que las imaginó como mujeres jesuitas) que sustituyen a
las máquinas en lo referente al trabajo intelectual. Son ellas, por ejemplo,
las que hacen los cálculos.
Para los
que se oponen a las nuevas tecnologías, en Dune podemos encontrar un modelo de
lo que sería un universo sin ellas. Erradicar la tecnología avanzada solo sería
posible con una prohibición universal, que tendría que basarse en algo tan
inapelable como una religión, ya que las leyes estatales y aun globales no serían
tan eficientes. En efecto, la religión propuesta en Dune prohíbe el desarrollo
de cualquier forma de máquina que pueda equipararse a una mente humana, y se
aplica en toda la galaxia, aunque se sospecha que en el planeta Ixia sí tienen
formas de IA que les ayudan a construir las naves espaciales.
Porque
¿cómo sería un mundo sin libre mercado ni computadoras? ¿Dónde
encontramos un modelo social coherente de ese planteamiento? El imaginario de
Dune es un buen modelo de la utopía anti libre mercado y anti desarrollo
tecnológico.
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